La escolástica católica ha dedicado sesudos tratados sobre lo que hay que creer firmemente o lo que simplemente es una buena costumbre de una colectividad concreta. A los fieles exigentes por tener una guía fiable para cuando viajen a otras iglesias, se les dice que lo importante es conocer la tradición. ¿Y que és tradición? La máxima, por antigua, viene fijada en latín. Quod semper, quod omnes, quod ubique , es decir, hay que creer lo que siempre se ha creído, por todos y en todas partes.

Cuestión distinta es cómo llevar esta convicción a los devotos de la bolsa, que reclaman siempre un índice que guie tan bien como San Rafael lo hizo con Tobías. Y existe tal referencia. Se llama previsiones del consenso, que no es otra cosa que la suma y promedio del conjunto de las opiniones de un grupo de economistas o de analistas.

La más frecuente de esas estadísticas es la que trata de escudriñar cómo puede acabar la recesión iniciada hace un par de años, a la luz de lo que ha sucedido en ocasiones similares. Pues bien, ayer el saldo de previsiones del consenso iba a la baja. O sea, que seguimos sin salir del todo.

Llevado a las cotizaciones, ayer hubo comportamientos dispares ante el inicio de difusión de los resultados de las grandes empresas. Dos ejemplos. Ayer se conocieron los resultados de Pepsico (fabricante de burbujas, pero de las de beber) en Nueva York. Casi 5.000 millones de dólares. Pero no hubo consenso de que a otras empresas les va a ir igual, y el Dow Jones bajaba a media sesión. En España, Banesto abrió el anuncio de resultados de las grandes cotizadas. Ganó más de lo esperado, pero menos que el año pasado. Pero aquí el consenso fue al revés y el Ibex subió el 0,37% y quedó fijado en los 10.740 puntos.

De los grandes valores del indicador español, subieron Telefónica, el 1,08%; Iberdrola, el 0,85%, y el Santander, el 0,24%, mientras que BBVA perdió el 0,49%, y Repsol, el 0,05%. Enagás presidió la lista ganancias al subir el 1,59%.