El expresidente socialista, Felipe González, y el antiguo vicepresidente económico popular, Rodrigo Rato, coincidieron ayer en los riesgos que comporta una etapa de crisis con inflación elevada como la actual y en la que la desaceleración económica no ha tocado todavía fondo.

Por primera vez juntos fuera del ámbito político, Rato y González, antaño rivales, protagonizaron un debate de guante blanco en el marco de la convención mundial de directivos de Repsol YPF. Mantuvieron mucha sintonía, en especial en lo que respecta a la duración de la crisis que, en su opinión, no será de larga duración. Y en otro aspecto: ni el expresidente ni el exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) eludieron emplear la palabra crisis para definir la situación.

"El ajuste será duro, pero rápido", sentenció González, quien aseguró que las economías occidentales, si algo han aprendido de las crisis, es a hallar "una salida rápida". Durante la sesión, ante más de 300 directivos de la petrolera, Rato auguró que en los próximos meses seguirá el "encarecimiento del crédito a las familias y a las empresas" y que será difícil que los tipos de interés se sitúen en niveles "tan bajos" como los anteriores a la crisis. Vaticinó un periodo de "cierto enfriamiento de la economía mundial", con "la mala combinación de una inflación alta".

El expresidente advirtió de que medidas como la prohibición de exportaciones de arroz no hacen más que aumentar una inflación que ya es alta. A su vez tachó de "broma" culpar a los biocarburantes del encarecimiento de los alimentos.

González, conocedor de Latinoamérica, apuntó a la "fragilidad institucional" como su principal problema y consideró que algunos de sus gobiernos confunden discrecionalidad con la "arbitrariedad". Esa actitud, dijo González, "hace que los movimientos de capital estén siempre con el freno puesto y a punto para los beneficios rápidos".