El masivo no en el referendo islandés (93,3% de los votos) sobre si el país tiene que devolver los 3.800 millones de deuda contraídos con el Reino Unido y Holanda tras la quiebra del banco Icesave parece que ha conseguido parte de su propósito: presionar a los tres ejecutivos implicados para un acuerdo mejor. Ayer, el ministro de Finanzas británico, Alistair Darling, dijo que su país será "flexible" en la búsqueda de una solución. Y el Gobierno holandés afirmó que está "decidido a encontrar una solución que sea compatible con la práctica internacional". El presidente de Islandia, Olafur Grimsson, manifestó que ahora es el Reino Unido el que debe presentar una propuesta.