Si rebobinamos la línea temporal hasta la pasada primavera, la situación nos provocaría una extraña sensación de déjà vu. Otra vez un país europeo en caída libre, Grecia entonces, ahora Irlanda. Otra vez Alemania poniendo mala cara a salir al rescate. Y otra vez España pagando los platos rotos. Como en un terremoto, las réplicas de la crisis del euro se suceden y demuestran que el problema de fondo no está solucionado. Es de esperar que las reformas y el recorte del gasto que el Gobierno se ha visto obligado a emprender tengan el peso suficiente para funcionar como barrera de contención ante futuras embestidas. Pero de momento está temblando.

La gran cuestión ahora es si, como cada vez más voces apoyan, Europa debería acudir ya al rescate de Irlanda para evitar males mayores. El país celta, hace pocos años asombro de Occidente por su exitosa apuesta por la innovación, está en un callejón sin salida.

Su sistema bancario está quebrado, el plan de rescate dispuesto por el Gobierno ha fracasado, y el pequeño tamaño del país no le da margen para mucho más. Pero aquí sí hay una diferencia sustancial con el caso griego: los bancos alemanes están mucho menos expuestos a la deuda irlandesa que a la helena.

Goldman Sachs planteó ayer que sería buena cosa el rescate de Irlanda y Portugal para evitar que la hemorragia se extienda. También se reclama a Europa que aclare si los acreedores tendrán que renunciar a parte de la deuda en caso de rescate.

Pero Berlín sigue con mala cara. Así las cosas, y por contagio, la diferencia de rentabilidad del bono público español a 10 años con el alemán de referencia marcó ayer un nuevo máximo histórico, 221,6 puntos básicos, frente a los 221 puntos del 16 de junio pasado.

Reacción: el Ibex 35 se dejó el 0,84%, hasta los 10.149,5 puntos, frente a una caída media europea del 0,25%. La duda es hasta dónde va a caer el selectivo, porque está perforando una barrera psicológica tras otra. Las de los 10.080 puntos y los 9.800 puntos parecen las siguientes, pero habrá que ver. El insípido transcurrir de la cumbre del G-20 tampoco invita al optimismo.

Entre las empresas, ayer presentaron resultados Telefónica, Repsol, Abertis, Gamesa e Indra, y solo los de las dos energéticas fueron premiados con subidas. En un día negro, destacó el fuerte repunte de Sacyr, tras anunciar una ampliación de capital de 400 millones. En lo negativo: OHL, penalizada por el precio de su salida a bolsa en México.