La patronal CEOE tiene desde ayer un nuevo presidente, Juan Rosell, que ha prometido un cambio interno tranquilo y una proyección exterior de la organización que no pasará desapercibida. El todavía presidente de Fomento del Trabajo (la organización de los empresarios catalanes) se impuso a su rival Santiago Herrero por una amplia mayoría (444 votos frente a 247) y se fijó como objetivo convencer a los políticos de que "hacer reformas es la mejor medicina" para el futuro.

El resultado de la votación, en la que participaron 710 empresarios (hubo 16 votos en blanco y 3 nulos) confirmó los pronósticos y alivió a la patronal del lastre de Gerardo Díaz Ferrán, incurso en varios procedimientos judiciales por la mala gestión de sus empresas. Rosell le calificó de "gran amigo".

Santiago Herrero, presidente de la Confederación de Empresarios Andaluces (CEA), asumió la derrota y se puso a disposición del ganador. Rosell no dará a conocer a su equipo hasta el próximo martes 28, cuando se reúna la junta directiva, pero avanzó que tendrá nueve vicepresidentes, frente a los 21 actuales, y un comité ejecutivo con un máximo de 46 miembros.

Aunque Rosell no ha establecido un orden en las vicepresidencias, el jefe de la madrileña CEIM, Arturo Fernández, uno de sus más importantes avalistas, se autonombró el primero.

MENCION ESPECIAL Lo cierto es que su nombre fue uno de los tres que citó Rosell en su discurso tras ser elegido. Además del secretario general de la organización, José María Lacasa, que lleva en este puesto desde la presidencia de José María Cuevas, Rosell mencionó a Fernández y al presidente de Cepyme, Jesús Terciado. Tanto la organización madrileña como la de la pequeña y mediana empresa son, junto a Fomento, las que tienen mayor número de votos y han decidido el triunfo del catalán.

La nueva CEOE no tardará en ponerse en marcha, aunque Rosell prometió que la renovación se hará "al ritmo y con la intensidad que todos marquemos", pero no será radical. "No cabe no cambiar nada, pero tampoco ponerlo todo patas arriba", afirmó.

Las medidas contra la crisis formaron parte del discurso del nuevo patrón. No señaló a los culpables, pero calificó de "confuso" el futuro que "nos ha sido impuesto tras no pocos errores y ausencia de clarividencias".

Animó a sus colegas a no dejarse amilanar ante la crisis, pero describió cierta impotencia ante ella. "Si los gobiernos se tambalean ante el impacto brutal de la crisis, ¿cómo los empresarios, cuyo realismo es mucho más acentuado que el de la clase política, podemos aventurarnos a diagnósticos arriesgados e hipotéticos?", subrayó.

EL BIENESTAR DEL ESTADO Aunque dejó para otro momento las propuestas reformistas, Rosell sí destacó la más llamativa de cuantas ha puesto sobre la mesa estos meses: la reducción de la administración. Mediante un juego de palabras, afirmó que hay que "salvar" el Estado de bienestar "postergando el bienestar del Estado". Este fue uno de los cuatro principios que detalló "para sacar a la economía y a la sociedad del atolladero".

El primero, más bien fue un mensaje de consumo interno frente a la mala imagen dada por Díaz Ferrán, es la "urgente recuperación de la conducta ética tras los errores del pasado". También abogó por emplearse a fondo en el diálogo para lograr un amplio "consenso social" e instó a sus colegas a "hacerse oír en la sociedad política" y a "recuperar el espacio que le corresponde" en la sociedad civil. No dudó en afirmar que deben influir en los políticos, "ayudarles y aplaudirles para que hagan lo que tengan que hacer a pesar de que puedan perder votos en el corto plazo".