Corría por la redacciones hace unas décadas un chascarrillo atribuido al humor negro del gran Miguel Gila. Ante cualquier cambio inesperado de una noticia y con ganas de quitarle importancia se aludía al galeno que al salir de la sala aséptica decía: "La cura bien, pero el ojo lo perderá". La anécdota se recuperó la tarde del martes, cuando el presidente de la Reserva Federal norteamericana, Ben Bernanke, confirmó que los tipos de interés directores de Estados Unidos iban a mantenerse en el 0,25%. Fue tanto como decir que la decepción por el escaso crecimiento de la economía norteamericana el segundo trimestre apuntaba más a una recaída posible que a un pequeño tropiezo.

Por si acaso, el gran hacedor monetario admitió que no descartaba nuevas medidas de estímulo. Llevado a la práctica, significaba que podría haber de nuevo dinero público --con dos billones de dólares ya gastados-- para comprar deuda del Tesoro norteamericano. Se apuntaron tantos a que eso fuera posible que empezaron a hacerlo real y el precio de la deuda cayó de manera significativa. Tampoco es cuestión de que perdiera un ojo en el envite, pero el moratón fue considerable y las curas prosiguieron durante la jornada de ayer. A media sesión, Wall Street seguía digiriendo el discurso de Bernanke con leves oscilaciones.

Peor fue para el mercado bursátil europeo, que encajó mal desde el primer momento las noticias del día anterior. Todas las bolsas bajaron, desalentadas por Wall Street. La peor parte, para el Ibex 35, que bajó en una sola sesión 207 puntos (1,98%) y retrocedió hasta el nivel de 10.555 puntos. El peor parado fue Banco Santander (-2,8%), afectado por un informe de Crédit Suisse, desfavorable a su manera de adquirir otros bancos. Cosas de colegas. Iberdrola cayó el 1,92%; Repsol, el 1,74%; Telefónica, el 1,61%, y BBVA, el 1,32%. OHL, también perjudicada por un informe contrario, encabezó las pérdidas del Ibex al bajar el 3,35%. Y Acciona cayó el 2,87%.