Nicolas Sarkozy está dispuesto a dar un portazo y levantarse de la silla en la cumbre del G-20, que comenzará mañana en Londres, si no se obtienen resultados. La amenaza del mandatario francés, destinada a presionar a los demás países a dos días de la reunión, la confirmó ayer en declaraciones a la televisión BBC la ministra francesa de Economía, Christine Lagarde.

"Sarkozy ha sido muy claro sobre este asunto. El dice: ´Si los resultados esperados no se producen, no firmaré el comunicado´", afirmó Lagarde. Sus palabras ratifican la información que publicó ayer Le Figaro, próximo a Sarkozy. El periódico desveló que, en un aparte tras el Consejo de Ministros del pasado día 18, el presidente deslizó: "Si en Londres no se avanza, ¡habrá silla vacía! Me levantaré y me iré".

Sarkozy prefiere un fracaso a un acuerdo de mínimos. Ayer lo repitió en una visita al departamento de la Vienne. "Es necesario que se obtengan resultados. No hay elección. La crisis es demasiado grave para que nos permitamos hacer una cumbre para nada", dijo. "No soy pesimista, intento ser lúcido. Ustedes saben que, tanto en la escena internacional como en la nacional, las fuerzas del conservadurismo son aún muy fuertes". De todas formas, comentó que el lunes habló largo tiempo por teléfono con el primer ministro británico, Gordon Brown, y con el presidente de EEUU, Barack Obama, y "hay voluntad de avanzar".

La nueva regulación planteada por Sarkozy comprende las sanciones contra paraísos fiscales, la supervisión de los fondos especulativos de alto riesgo, el control de las agencias de rating, la limitación de las remuneraciones de los altos directivos, la revisión de las normas contables y la creación de un nuevo organismo de supervisión bancaria.

Quien acude con mayores expectativas de éxito es la delegación española. De hecho, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, explica a los ciudadanos en un vídeo en internet (www.plane.gob.es) que la cumbre del G-20 será "el inicio de la recuperación" económica y servirá para "establecer un nuevo orden internacional" econó- mico y financiero "más justo". Más pragmático, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, dijo ayer que la cumbre no desembocará en "una solución milagrosa".