El exvicepresidente del Gobierno, Rodrigo Rato, se estrena como director gerente del Fondo Monetario Internacional con una conferencia internacional celebrada en Madrid destinada a conmemorar los 60 años de la institución. El organismo, nacido con tintes keynesianos, afronta hoy duras críticas por su neoliberalismo.

De Keynes al neoliberalismo

El sistema nacido a partir de Bretton Woods --localidad de EEUU en el estado de New Hampshire donde se firmaron los acuerdos para crear el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial-- surgió de una idea del economista John Maynard Keynes. Se trataba de reconstruir la economía tras la segunda guerra mundial.

Sesenta años después de ese acontecimiento, el espíritu de Keynes --cuyas teorías pretendían corregir los excesos del liberalismo con el uso del gasto público como principal herramienta para mejorar el bienestar social-- ha devenido en un enfoque absolutamente liberal. Esta nueva perspectiva hace del repliegue del sector público y de la contención del déficit y la inflación su piedra angular.

En esta evolución reside la semilla de las críticas al FMI y al Banco Mundial por parte de ONG, del movimiento antiglobalización y de importantes economistas, como Paul Krugman y el execonomista jefe del Banco Mundial, Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía en el 2002, quien dejó su cargo en 1999 tras denunciar el fracaso de estos organismos en la lucha contra la pobreza y tras justificar una mayor intervención pública en campos ligados al desarrollo y al bienestar.Sistema de cambios en base al dólar

"El FMI tuvo sentido entre 1945 y 1973, como piedra angular del sistema monetario, con un esquema de tipos de cambio fijos pero ajustables, que funcionó bien, hasta que el mundo se hizo más complicado. En 1973 se acabó la utilidad del FMI", resume el catedrático de Esade y consultor del Banco Interamericano de Desarrollo, Luis de Sebastián.

El objetivo más importante de lo pactado en Bretton Woods fue el apoyo al comercio entre países a través de un régimen internacional monetario. Esta fórmula sustituyó el viejo patrón oro por un sistema de tipos de cambio fijos, con el dólar como referencia. El valor de la moneda de EEUU quedó ligado al oro (35 dólares por onza).

A partir de la fórmula decidida se estableció un tipo de cambio para cada moneda respecto a la divisa de EEUU, que los bancos centrales debían salvaguardar mediante intervenciones de compra o de venta en el mercado. Cualquier devaluación debería ser autorizada, previo examen por el FMI, como sucedió con la peseta, en 1959.

En 1971, el sistema de tipos de cambio fijos empezó a ser insostenible para unos EEUU embarcados en enormes déficits y elevadas tasas de inflación, en plena guerra del Vietnam. En 1973, se liberaron los tipos de cambio, el dólar abandonó su paridad con el oro y finalizó la etapa que, según Luis de Sebastián, dio sentido a todos los acuerdos de Bretton Woods.Dos décadas de crisis y de refundaciones

El FMI y el Banco Mundial han sido objeto de sucesivas refundaciones para adaptarlos a los nuevos problemas mundiales. En los 80, el FMI gestionó la crisis de la deuda de los países en desarrollo y se convirtió "en gendarme, al servicio de la banca internacional, para hacer que los países paguen y salvar así el sistema financiero", explica De Sebastián. A cambio de obtener financiación, los países debían someterse a duros planes de ajuste con una filosofía neoliberal de lo que se denominó Consenso de Washington.

Con frecuencia, estas recetas de ajuste duro han convertido al FMI "a la vez, en bombero e incendiario", según el profesor de relaciones internacionales de la Universidad Complutense, José Antonio Sanahuja. En los 90, se sucedieron las crisis de México (1994-1995), Asia (1997-1998) y Brasil y Rusia (1999). Después, las de Turquía (2000) y Argentina (2001). En todas intervino el FMI con sus ayudas y su ortodoxia neoliberal. El fracaso de estas recetas en la crisis asiática se llevó por delante al director del FMI, Michel Camdessus (1999), sustituido por Horst Köhler, antecesor de Rodrigo Rato. En su última refundación, hace tres años, el Banco Mundial y el FMI abrazaron los Objetivos del Desarrollo del Milenio contra la pobreza. Además, el FMI tiene el reto del déficit fiscal y de la balanza de pagos de EEUU que, según el organismo, puede bloquear la recuperación internacional. Pero no ha actuado contra EEUU.Críticas a las políticas y enfoques humanos

El FMI "ha sido útil, lo es y debe seguir siéndolo", resume Luis de Sebastián. En la línea de Stiglitz y Krugman, el catedrático de Esade es muy crítico con la herencia de Bretton Woods, por su énfasis neoliberal, por no sopesar los costes sociales de sus propuestas --"el sufrimiento humano no entra en sus cálculos"-- y por su servidumbre a los países ricos, en especial a EEUU.

De Sebastián entiende los argumentos de los movimientos antiglobalización, pero "el mundo no sería mejor sin estos organismos, sino al contrario". Manuel Conthe, exsecretario del Tesoro de España en la anterior etapa socialista, ha sido vicepresidente del Banco Mundial para el sector financiero. El actual socio director de Analistas Financieros Internacionales subraya como principal crítica al sistema la "ineficaz gestión" del Banco Mundial. Valora que el FMI se haya ajustado a los cambios del sistema financiero internacional y desarrollado una mejor gestión de los problemas de deuda.

El Banco Mundial presta una cara más humana, con su presidente James Wolfensohn al frente desde 1995. "Nuestro sueño es un mundo sin pobreza", dice en su web. La entidad financia proyectos de desarrollo. El presidente dice que "el enfoque neoliberal ortodoxo" ha muerto y no se debe juzgar a los países "por sus números".