Hay seis millones de españoles a los que les cuesta volver de vacaciones, nuevo fenómeno que ahora se llama síndrome posvacaciones. Cómo se haya medido es cuestión aparte. Pueden aprender del sistema financiero de Estados Unidos, donde los analistas de mercados son capaces de interpretar cada día medio centenar de indicadores de lo más variado en escasos minutos. Más allá de los precios, los tipos de interés o el crecimiento del PIB, en Wall Street también se fijan en cosas tan singulares como el incremento de ganancias por hora o el número de personas que van del campo a la ciudad. Todo vale para adivinar como va o puede ir el combustible básico: el consumo. Tanto es así, que el consumo americano se mide dos veces. Una, sobre el sentimiento del consumidor, que la hace la universidad de Michigan. Y otra sobre la confianza del consumidor que la hace una fundación privada (The Conference Board). Y ésta ayer dijo que la confianza mejora.

Excusa perfecta para que variara la tendencia, tanto en Estados Unidos como en las últimas operaciones de la bolsa española, que subió medio punto y cerró el mes en los 10.187 puntos. En el computo mensual, el Ibex ha perdido casi un 3% en agosto. Aunque confianza y sentimiento aporte unos gramos de dulzura, el resto de avisos conducen al amargo. Estados Unidos y Japón presentan síntomas de que la recuperación es más lenta y frágil de lo deseado. Y lo que preocupa algo más es que los estímulos que han servido hace uno o dos años ahora tampoco generan la reacción deseada.

Los grandes valores subieron: Iberdrola avanzó el 1,18%; Telefónica, el 0,89%; Banco Santander, el 0,48%; BBVA, el 0,17% por ciento, y Repsol, el 0,06%. Del resto, el valor que subió más fue Tele 5 (3,46%). Poco antes del cierre del mercado de deuda, la rentabilidad del bono español a diez años bajaba una centésima y se situaba en el 4,02 por ciento, mientras que el efectivo negociado en bolsa se situaba en 2.119 millones.