Mario, de 55 años, trabajador de Peugeot-Citroën en la fábrica de Mulhouse (Alsacia) desde hace 29 años, fue hallado el pasado lunes ahorcado con una cinta de nailon en el almacén en el que trabajaba. Padre de cinco hijos, estaba divorciado, iba a empezar las vacaciones dentro de 15 días y le quedaban solo cinco años para jubilarse. Cobraba unos 1.500 euros al mes.

Es el sexto caso de suicidio en Peugeot, el quinto en la planta de Mulhouse, en lo que va de año. Otros tres trabajadores de la del centro de diseño de Renault en Guyancourt, cerca de París, se suicidaron también entre octubre del 2006 y febrero de este año. La sucesión de suicidios en cadena en la industria automovilística preocupa al Gobierno e indigna a los sindicatos, que la achacan al estrés por las condiciones de trabajo.

Ante la repetición de los casos, los sindicatos consideran que las medidas tomadas son insuficientes. La última muerte en Peugeot se produce cinco días después de que se reuniera por primera vez una célula interna integrada por un psiquiatra y varios asistentes sociales, con participación de la dirección y de los sindicatos, destinada a prevenir los suicidios. Diez días antes se había puesto en marcha un número verde de consulta. "Cuando un asalariado tiene un problema, ya sea personal o profesional, puede telefonear y hablar con psicólogos externos a la empresa", explica un portavoz de Peugeot-Citroën.

Para la CGT, "el número verde no puede sustituir una acción más amplia sobre la mejora de las condiciones de trabajo". El sindicato comunista reclama el cese de las "presiones" de la empresa sobre los enfermos, como el envío de cartas --la CGT dice que hasta ahora ha recopilado alrededor de 150-- en las que se advierte que "el absentismo personal" es "incompatible con la organización industrial".

Los sindicatos denuncian también el fomento del "espíritu de competencia "entre los trabajadores y el individualismo".