Tan nocivo e irresponsable resulta utilizar las pensiones con fines demagógicos o electorales como hurtarle a la sociedad un debate en profundidad sobre los riesgos futuros que amenazan un sistema público de previsión demasiado sometido a los avatares políticos y demográficos. La propuesta de los burócratas de Bruselas sobre la actualización anual de las prestaciones es de difícil encaje para España.

Tenemos un sistema público de pensiones casi adolescente y del que depende la mayoría de la población. Pero, precisamente por eso, no deberíamos renunciar a debatir sobre su futuro.