El pasajero extranjero que ayer pasó por los aeropuertos de Barajas y El Prat y que no volaba con Iberia difícilmente se enteró de que en la primera aerolínea española sus pilotos estaban en huelga. En las terminales se vivió una jornada relativamente tranquila. No hubo ni gritos ni motines por parte de viajeros airados por retrasos en sus vuelos o por cancelaciones inesperadas. Reinó la calma y la resignación en general, aunque con excepciones notables.

La gran mayoría de los pasajeros que se habían quedado ayer sin vuelo, o bien no se presentaron, o ya habían cambiado el billete o habían reclamado su reembolso. Ante las garitas de facturación de equipaje de Iberia en El Prat había pocas colas. "Han reforzado la plantilla del personal de tierra y estamos aquí muchos más trabajadores que los habituales", reconocía una auxiliar. La mayor actividad se registró a primera hora, con muchos madrugadores que querían facturar el equipaje.

Los problemas más graves ocurrieron precisamente porque los madrugadores fueron los huelguistas, de forma más o menos encubierta. La tripulación del avión de Iberia que debía salir de Madrid a París a las 17.20 del pasado domingo decidió, por su cuenta y riesgo, adelantar el paro unas horas.

Odisea en Madrid

María, una joven colombiana residente en París, contaba ayer indignada la odisea que le hicieron pasar: "Nos hicieron desembarcar después de estar una hora metidos en el avión porque la tripulación estaba muy cansada y no iba a hacer horas extras". Según María, nadie de la compañía les dio ninguna explicación, más allá de ofrecerles un hotel para pasar la noche y un billete para viajar al día siguiente (ayer). "El piloto nos tuvo una hora representando una pantomima, poniendo excusas para no salir y haciendo tiempo para anular el vuelo", explicaba.

Pero lo peor de todo no fue, como decía María, que a los tripulantes "les diera la gana empezar a fastidiar a todo el mundo antes de tiempo". "Lo que más te hiere es que te tomen por imbécil, no te den información y te traten como a ganado", bramaba. La joven se enteró de lo que reclaman los pilotos y no daba crédito. "No es justo que se coja a la gente como rehén para conseguir las reivindicaciones".

Los más perjudicados fueron los turistas que estaban de paso por Madrid o Barcelona y que se quedaron sin sus vuelos de enlace. En Barajas, un grupo de unos 50 portugueses que volvían de Punta Cana (República Dominicana) con la idea de coger un vuelo de Iberia hasta Vigo se enteraron a las nueve de la mañana de que estaba suspendido. Reaccionaron montando un campamento enfrente de la oficina de atención al cliente. "Nos han dicho que nos van a poner un autocar para ir a Vigo, pero seguimos esperando. No llegaremos hasta las nueve o las 10 de la noche", contaba Joao.

A por compensaciones

También hubo descontentos que, a pesar del cambio de billetes, exigirán compensaciones. Ana Moreno, su hermana Dolores, la hija y el novio tenían que viajar de Barcelona a Sevilla ayer a las siete de la tarde. "Nadie nos informó de que era uno de los vuelos cancelados". Vieron los anuncios en la prensa y acudieron al aeropuerto para intentar un cambio. Su sorpresa fue mayúscula cuando el auxiliar de tierra les informó que ya tenían confirmado otro vuelo para ayer mismo a las 15.30, casi cuatro horas antes de la hora prevista. Ante la imposibilidad de llegar a tiempo, reclamaron otro cambio. Irán a Sevilla el miércoles. "Reclamaremos el importe de los días de trabajo perdidos", aseguraba Ana Moreno. "¿Para qué nos piden tantos datos a la hora de contratar un billete, incluido un teléfono, si cuando hay un problema no los utilizan?", lamentaba.