El sol de Marruecos abrasa y el viento, muy frío, aprieta fuerte. España, que se encuentra a la vanguardia mundial en el desarrollo de las energías renovables, es muy consciente de la explosión solar en el país vecino y, por eso, no escatima esfuerzos en empujar a sus inversores para que se instalen en el reino alauí, donde la apuesta por lo verde va muy en serio. De hecho, es causa personal del rey, Mohamed VI, quien anunció por todo lo alto en Uarzazat, a las puertas del desierto del Sáhara, el proyecto solar más grande del mundo. Marruecos, país que cuenta con más de 3.000 horas de sol al año, se convertirá en referente del sector a 10 años vista.

Mirada hacia el sur

En los grandes planes del monarca, el socio español está muy presente. De los 6.100 millones de inversión que supondrá el proyecto, entre el 30% y el 40% será dinero extranjero. El plan prevé la construcción de cinco plantas, con una potencia instalada de 2.000 megavatios (MW), y cuya producción anual será de 4.500 gigavatios por hora (el 18% de la producción nacional actual). Una de esas centrales será de Abengoa Solar, la única agraciada de momento del megaproyecto que, a una velocidad de vértigo, ya está construyendo el parque en Ain Beni Mathar, a 80 kilómetros de Oujda, ciudad fronteriza con Argelia. "Estamos muy contentos porque somos los primeros en formar parte del plan", aseguraron fuentes de la firma.

Tras esta planta, se levantará otra en Uarzazat, zona muy codiciada por la calidad de la luz y porque cuanto más cerca del desierto, el sol es una fuente de energía más potente. Tendrá una capacidad de 500 MW y estará terminada en el 2015. Las otras se construirán en Sebkhat Tah, al sur; y en el disputado Sáhara Occidental, en El Aaiún y en Cabo Bojador. De momento estas plantas solo están sobre el papel. La única que ha pasado de la letra a la actuación ha sido la de Ain Beni Mathar, que supuso una inversión de 400 millones. "Cien millones de financiación española, el resto; financiación multilateral", aseguró José Manuel Reyero, consejero de la Oficina Económica y Comercial de la embajada española en Rabat. "La energía es una oportunidad de inversión en Marruecos que hay que aprovechar", afirma.

Con el megaproyecto, el Estado quiere escenificar su firme compromiso en energías renovables, que se espera alcancen en el 2020 el 42% del consumo del país entre la solar (14%), la hidráulica (14%) y la eólica (14%). El ministro de Economía, Salahedine Mezuar, aseguró que uno de los objetivos es reducir la dependencia energética con el exterior, que alcanza el 97%, y emitir menos gases tóxicos. "España es fundamental para nosotros en el sector de las energías renovables", insistió Mezuar, quien sacó a relucir la energía eólica como segunda apuesta, en la que también España juega un papel importante. El gigantesco parque eólico de Tánger, con 140 MW de potencia, tiene la marca de la empresa española Gamesa.

Nuevos planes

En Tarfaya, al sur del país, el rey Mohamed VI prevé otro plan eólico que duplicará en potencia al de Tánger, con 300 MW, pero esta vez España no hincará el diente, y no porque no lo haya intentado. Al menos en el caso de Endesa, que se retiró del proyecto tras ser absorbida por Acciona y Enel. "Imagino que el desembolso de la opa hizo que se lo repensaran", manifiestan desde Endesa en Marruecos, para quien el Estado marroquí "debe generar más confianza a las empresas para que haya más inversión. Hay todavía mucha inseguridad jurídica".

Marruecos quiere ser líder en energías renovables en el norte de Africa. El inicio de proyectos le está aupando a ello, y su experiencia puede ser clave para otros países en vías de desarrollo con sol y viento. Dos fuentes de energía que, si se potencian, podrían abastecer pronto a Europa.