En un tono mucho más pesimista de lo que acostumbra, el vicepresidente económico, Pedro Solbes, reconoció ayer que la actual escalada de precios del petróleo y los alimentos hace "muy difícil" que la inflación española se modere este año desde el actual 4,2% hasta el entorno del 3% que el Gobierno venía vaticinando desde hace meses.

El ministro apostilló que todavía no descarta que la caída se produzca, pero no pudo más que reconocer que la inflación no se está desacelerando "todo lo rápido" que esperaba. Solbes también juzgó improbable que los precios de la zona euro se reduzcan del actual 3,3% al 2%. "La inflación nos hace la vida más difícil a todos y tendrá efectos negativos en términos de crecimiento" ya que hace menos competitivos a los sectores y países que la padecen, concluyó.

El vicepresidente también alertó de que la escalada de las materias primas provocará que el Banco Central Europeo "vea más riesgos de inflación", lo que complica aún más las opciones de que recorte los tipos. Su presidente, Jean Claude Trichet, lo confirmó desde Suiza: "No hay tiempo para la complacencia". El nuevo repunte de los alimentos --frutas y cereales, sobre todo-- vino a confirmar los sombríos pronósticos de Solbes. En abril, sufrieron encarecimientos brutales productos envasados como el aceite de girasol (40,65% en doce meses), la harina de trigo (28,37%), la leche (23,57%) y los espaguetis (20,27%), y otros alimentos frescos como los limones (38,45%), los plátanos (19,47%), el pollo (12,93%) y los huevos (10,74%). El panorama para los cereales es particularmente negativo. La Coordinadora de Organizaciones Agrarias y Ganaderas (COAG) advirtió ayer de que España podría sufrir problemas de abastecimiento de cereales, puesto que importa un tercio de lo que consume. Por ello, instó a la UE a favorecer "estocs estratégicos" basados en la regulación de mercados y anunció movilizaciones a partir del 20 de mayo para pedirle que "reflexione" sobre su política.