Las preocupaciones vinculadas a Grecia volvieron a afectar negativamente en los mercados, por lo que las bolsas europeas cerraron con claros descensos, a pesar de que tanto el Banco de Inglaterra como el Banco Central Europeo (BCE) siguieron el guión previsto y mantuvieron sin cambios los tipos de referencia.

En el caso del BCE, incluso Trichet lanzó un cable a Grecia. Pero solo sirvió el comentario para atenuar las dudas, no para disolverlas. En ese terreno algo resbaladizo, el Ibex 35 se dejó el 1,03% para terminar en los 11.076,3 puntos. Su evolución fue similar a la mayor parte de los índices continentales salvo el del mercado ateniense, que perdió casi el 4%, aunque durante parte de la jornada llegó a caer cerca del 6%. De igual forma el diferencial de la deuda pública de los países periféricos de la zona euro con respecto al bono alemán a 10 años se agrandó.

En EEUU, el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, reafirmó que la economía del país se enfrenta a grandes dificultades, incluyendo al sector inmobiliario y a un mercado laboral aún débiles. Sus palabras sugirieron que todavía no están preparados para comenzar a incrementar las tasas de interés. No sirvieron para revitalizar las compras en Wall Street, lo que sí que ocurrió algo más tarde, gracias a los valores financieros que tuvieron el efecto de tirar hacia arriba del mercado.

En la actividad empresarial, la noticia del día fue la esperada firma del acuerdo de fusión entre Iberia (1,9%) y British Airways, así como los resultados de la compañía de moda sueca H&M, que superaron las expectativas de los analistas, con un alza de las ventas del 2%. También fueron noticia Repsol y Enagás por la venta a la gasística de su parte en el almacén de gas Gaviota.

La rentabilidad de la deuda española bajó una centésima hasta el 3,856%, y el efectivo negociado en el mercado continuo se situó por encima de los 3.000 millones de euros.