Ni brotes verdes ni señales de recuperación. Mientras en la economía estadounidense empiezan a verse indicios de salida de la crisis, el empleo sigue sufriendo y confirmándose como uno de los terrenos más movedizos sobre los que construir la recuperación. El Departamento de Trabajo anunció la destrucción de 263.000 empleos en septiembre, una cifra que eleva la tasa de paro desde el 9,7% de agosto hasta el 9,8%, su nivel más alto desde junio de 1983.

Sumando a estas malas cifras las de trabajadores que han buscado empleos a tiempo parcial tras ser despedidos o simplemente han abandonado su búsqueda de trabajo (algo que el mes pasado hicieron más de medio millón de parados en EEUU), el porcentaje se elevaría hasta el 17%, el peor dato desde 1994.

Las consecuencias van más allá de los apuros que sufren los 15,1 millones de desempleados. Los mercados cayeron tras conocer estos y otros datos económicos. Hay dudas sobre cómo con sueldos más bajos y una tendencia al ahorro será posible reactivar el consumo.

El sector público fue uno de los más afectados, y los gobiernos locales y estatales recortaron 47.000 empleos.