El drama de una temporada en un infierno en forma de rescate europeo parece alejarse, aunque sea temporalmente, de la economía española. Pero casi nadie se aventura a no augurarle un tiempo en el purgatorio del rechazo de los inversores y de los ataques de los especuladores.

Caja Madrid presentó ayer sus previsiones para el 2011. Sus expertos sostienen que la renta variable española tiene potencial para subir el 30% en el ejercicio, teniendo en cuenta los beneficios empresariales previstos. Pero, subrayan, todo está condicionado a la evolución de la prima de riesgo de la deuda pública, para la que no auguran una estabilización a corto plazo. En resumen, que el primer semestre nos seguirá deparando sustos en forma de subidas y bajadas bruscas de cotizaciones y diferenciales.

Precisamente, la distancia entre la rentabilidad del bono español a diez años y el alemán de referencia vivió ayer un nuevo vaivén. Llegó a sobrepasar los 240 puntos básicos, para luego relajarse por debajo de los 230. Como se esperaba por la oposición alemana, la UE rechazó en la víspera la petición del FMI de aumentar el fondo de rescate para países y la propuesta del presidente del Eurogrupo de emitir bonos conjuntos de la zona euro.

Esta decisión, o indecisión, no contribuye a estabilizar los mercados, pero las autoridades alemanas, jaleadas por sus votantes, siguen empeñadas en imponerse. El economista jefe del Banco Central Europeo, el alemán Jürgen Stark, lo reiteró ayer: "No tenemos una crisis de divisa, sino una crisis de las finanzas públicas en algunos países" que se combate con austeridad y reformas. "Los problemas de los presupuestos públicos no han desaparecido. Fue una ilusión de algunos políticos pensar que hemos superado las dificultades", remachó, pensando quizá en el presidente del Gobierno español.

Ante este difícil panorama para la renta variable, los españoles siguen apostando por la seguridad de los depósitos bancarios: 416.975 millones en octubre, máximo histórico. No le vienen mal a la banca, porque sigue siendo la gran sufridora de los problemas de la deuda.

El sector lastró ayer de nuevo al Ibex 35: solo subió el 0,35%, hasta los 9.924,7 puntos, mucho menos que la media europea (1,3%). No pudo beneficiarse de la buena apertura de Wall Street, auspiciada por la extensión de las ventajas fiscales en el país. Iberia, por los controladores, y Grifols, por las filtraciones, estadounidenses también estuvieron entre los protagonistas.