SABADO DE INCOGNITAS

El sábado, el mundo estaba lleno de incógnitas después de que las bolsas vivieran su peor semana desde el crac de 1929. El Fondo Monetario Internacional (FMI) apoyaba las decisiones del club de los países ricos, el G-7, para solventar la crisis. Luego se le sumaba, aunque con críticas a Occidente, el G-20, en el que están las economías emergentes. Mientras, Islandia acordó con Holanda las compensaciones para los ahorradores del banco on line Icesave, filial de Landsbanki --nacionalizado-- y avanzaba en su diálogo con el Reino Unido.

DOMINGO DE FE

Antes de que el Eurogrupo adoptara su plan conjunto de salvación del sistema financiero, Alemania, el Reino Unido y Francia habían pactado las líneas maestras. A la vez, países tan distantes como Australia, Nueva Zelanda o los Emiratos Arabes Unidos garantizaban los depósitos bancarios. Era domingo, pero la maquinaria gubernamental no paraba en ningún rincón del planeta.

LUNES DE OPTIMISMO

Aún de madrugada en Europa, las bolsas asiáticas recibían con subidas el plan acordado en el Viejo Continente. Luego, los mercados europeos y Wall Street se apuntaron a la fiesta. El Banco Central Europeo (BCE) y otros institutos emisores anunciaron una inyección concertada de liquidez. Londres, por su parte, hacía público su plan de rescate, a la vez que España daba su plan de avales para el mercado interbancario y otros socios del euro revelaban sus planes. Aún siendo festivo, Japón decidió garantizar los depósitos bancarios. En el otro extremo del planeta, el Tesoro de EEUU confirmó su intención de comprar acciones de bancos.