Los inversores siempre quieren ser los primeros, porque en adelantarse a los acontecimientos se esconde el mayor beneficio. Eso les lleva a la ciclotimia, un trastorno caracterizado por la alternancia de estados de excitación y de depresión del ánimo. Un trastorno que, visto desde fuera, provoca el vértigo de encontrarnos en el pico previo a una recaída en el estado opuesto.

La reacción de ayer de los mercados dejó un poso de perplejidad en muchos analistas y empresarios. Un alto ejecutivo de una entidad avisaba: la situación no ha variado respecto a la víspera, Portugal sigue teniendo un 95% de probabilidades de tener que ser rescatada, y el buen resultado de su emisión de deuda es solo fruto de que detrás está la mano invisible del Banco Central Europeo (BCE), comprando su deuda en el mercado secundario para que no se dispare la prima de riesgo e inyectando liquidez en sus bancos para que compren la deuda del país que rehuyen los inversores extranjeros. Manteniendo al enfermo intubado y alimentado por vía intravenosa, venía a decir.

De mayor calado parece el debate abierto entre quienes mandan en Europa --Alemania y alguno más, como la Comisión Europea-- sobre la posibilidad de ampliar el fondo de rescate. Si llegan a un acuerdo, sería positivo para tranquilizar un tanto a los inversores temerosos. Pero si fracasan, el riesgo de defraudar las expectativas atemoriza...

Para España, en cualquier caso, lo más relevante es que, progresivamente, las medidas aprobadas por el Gobierno se van ganando los parabienes de los analistas, paso previo a lograr los de los inversores. Pero la situación dista de ser tranquilizadora. El foco está apuntando cada vez con más fuerza al sector financiero, particularmente a las cajas. En el enésimo informe que cuantifica las necesidades de recapitalización de las entidades de ahorro, el japonés Nomura afirmó ayer que el segmento necesitará entre 43.000 y 80.000 millones. Se está generando, así, el estado de ánimo para una nueva actuación del Banco de España a mediados de año.

Pero eso será otro día, porque ayer tocó uno de esos de euforia compradora. El Ibex 35 se disparó el 5,42%, muy por encima de los demás índices europeos, y alcanzó los 10.101,2 puntos en su mejor sesión desde mayo. Los 11.000 están a tiro según los técnicos pero, teniendo en cuenta el fluctuante ánimo de los inversores, mejor no confiarse. Los bancos fueron los protagonistas, pero todas las grandes empresas se unieron a la fiesta.