La consigna única que recorrió todos los mercados era estar todos atentos a la reunión de hoy de la Reserva Federal de Estados Unidos y lo que pueda decidir. Dirán que su decisión se toma pensando en el bienestar de los norteamericanos, pero haga lo que haga esa especie de banco emisor de bancos emisores, sus hechizos recorrerán todo el mundo.

Por si acaso, los corros de especuladores ya están ejerciendo como tales tratando de adivinar qué va a decir Ben Bernanke, el sumo pontífice de la FED (que como su nombre indica, federa a los 12 bancos de otros tantos estados norteamericanos). De momento, el sacrificio de rigor: los que no se portan bien. Ahora ya no les llaman cosas feas --en inglés pigs, cerdos, por las siglas de Portugal, Italia, Grecia y España-- sino algo más geográfico: los periféricos. O sea, los alejados del centro francoalemán. Dicen que siguen sin hacer sus deberes y que por eso los grandes inversores globales aprovechan para abandonar sus inversiones en estos países, fiados en que los bancos centrales como el europeo tienen el grifo abierto del dinero barato para la banca privada. Será rentable, pero arriesgado más bien poco. Esos buenos negociantes también lanzaban ayer el aviso a Bernanke. La economía sigue débil y las ayudas públicas han de seguir. Pero si se hace, Bernanke estará reconociendo que oculta datos peores. Te pongas como te pongas, dice el refrán. Y eso ya no es periférico sino central.

A media sesión, Wall Street, con poco negocio, era alcista, por si hoy la Fed se adorna y confirma que la recesión ha terminado. La bolsa española, como el resto de la europeas, optó por seguir esa misma senda, pese al castigo a su deuda pública. El Ibex subió el 1,46% hasta quedar en la cota de los 10.743 puntos. Todos los grandes valores subieron: Repsol, el 2,23%; BBVA, el 1,85%; Telefónica, el 1,78%; Banco Santander, el 1,42%, e Iberdrola, el 1,32%. El apartado de pérdidas lo encabezó Ferrovial, con una caída del 1,02%.