Resignado, y con una contenida emotividad, Josep Vilarasau, presidente de La Caixa desde enero de 1999 y director general de la entidad desde 1976, admitió la noche del jueves que su marcha de la institución financiera es una decisión a la que llega forzado por las iniciativas políticas.

"A mí, irme no me gusta. Pero estamos en un país democrático que elige a los miembros de su Parlamento. Yo voté en las elecciones catalanas y españolas. Un Parlamento tiene derecho a legislar. Y cuando no nos guste podemos votar de otra manera", sentenció el financiero.

A los 71 años, Vilarasau abandonará la presidencia de La Caixa como consecuencia de la entrada en vigor de la nueva ley financiera española y de las reformas en la ley catalana de cajas. Ambas legislaciones, aprobadas en medio de una tormenta política, acotan la jubilación de los altos cargos, así como el tiempo de permanencia de estos en los consejos de administración. El aún presidente de la primera caja de ahorros española eludió en su última presentación de resultados alimentar más el debate político. Aunque admitió que abandona el cargo con disgusto, negó estar "dolido" con los protagonistas de los cambios que fuerzan su relevo.

Vilarasau será sustituido en los próximos meses --incluso no descartó dejar la presidencia antes de mayo-- por Ricard Fornesa, actual máximo responsable de Aguas de Barcelona y consejero secretario de La Caixa. "Cualquier persona del consejo me parece bien. ¿Fornesa? También me parece bien", manifestó el banquero.

Tras ladear las preguntas sobre el futuro de la entidad remitiéndose a las decisiones que deba adoptar el consejo de administración, el ejecutivo que ha regido los destinos de la caja durante los últimos 26 años alabó el actual equipo ejecutivo.