Con tres meses de retraso respecto a lo anunciado en la campaña electoral, José Luis Rodríguez Zapatero anunció ayer que el próximo miércoles se reunirá en la Moncloa con sindicatos y empresarios para emprender una "nueva fase del diálogo social" que contribuya a afrontar la difícil situación económica.

El presidente del Gobierno garantizó, además, que no congelará el salario mínimo o las pensiones mínimas. Y aseguró que tampoco impulsará "decretazos para huelga general", en alusión a la drástica reforma laboral --posteriormente tumbada por el Tribunal Constitucional-- que el Gobierno del PP impuso en mayo del 2002 y que ocasionó la única huelga general durante el mandato de José María Aznar.

EN AMBAS CAMARAS Zapatero lanzó estos mensajes en sendas sesiones de control al Ejecutivo, en el Senado y el Congreso. El debate comenzó por la mañana en la Cámara alta con un agrio enfrentamiento entre el presidente del Gobierno y el portavoz popular, Pío García-Escudero. La polémica continuó por la tarde en la Cámara baja, donde el líder del PP, Mariano Rajoy, y su portavoz parlamentaria, Soraya Sáenz de Santamaría, mantuvieron duros duelos verbales con Zapatero y la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, respectivamente.

La estrategia de los conservadores consistió en recalcar que el Ejecutivo permanece inactivo e intenta ocultar la gravedad de la situación económica al resistirse a calificarla de crisis. El presidente y la número dos del Gabinete negaron tal inacción y desgranaron las medidas que ha puesto en marcha el Gobierno, entre las que destacaron la devolución de 400 euros en el IRPF y otras iniciativas de ayudas a familias y empresas por un valor de 10.000 millones de euros.

"CONSCIENTE" Zapatero dijo ser "plenamente consciente de las dificultades" económicas, pero ni él ni la vicepresidenta dieron su brazo a torcer ante las presiones de los conservadores para que utilizaran el término crisis . Quien más empeño puso en esta empresa fue García-Escudero, que preguntó al presidente del Gobierno por la diferencia entre "desaceleración acelerada" y "crisis económica".

Zapatero rehusó entrar en "debates conceptuales" y aconsejó al portavoz popular que organice un "seminario" si tanto interés tiene en esa materia. Inasequible al desaliento, García-Escudero recurrió al diccionario de la Real Academia Española, que define el término "crisis" como "situación dificultosa o complicada". "Usted piensa que los españoles nos chupamos el dedo", reprochó el conservador al presidente, por no admitir lo que es una "crisis de campeonato".

FACTORES EXTERNOS El presidente evitó mencionar la palabra que se le requería con tanta insistencia y replicó que los españoles demostraron en las elecciones del 9 de marzo que no se "chupan el dedo". Insistió en que parte de la complicación económica obedece a factores externos, como el incremento del precio del petróleo o la subida de tipos de interés, que dependen, dijo, del Banco Central Europeo. Pese a las dificultades, aseguró que los salarios y pensiones mínimos "no se congelarán y se van a incrementar".

El anuncio del comienzo del diálogo social lo hizo durante su cara a cara con Rajoy. Zapatero había afirmado en la campaña que, al día siguiente de los comicios, si ganaba, convocaría a los agentes sociales para buscar un nuevo y ampliado pacto social. Noventa días después ha cumplido el compromiso, en medio de duros ataques del PP y coincidiendo con un agravamiento de los indicadores económicos.