Si fuese una comedia romántica, después vendría la reconciliación. Pero lo visto ayer se asemeja más a un drama que termina en divorcio. Miles de delegados sindicales de CCOO y UGT --los 16.000 que llenaron hasta la bandera el centro de Vistalegre en Madrid más los centenares que no pudieron entrar-- escenificaron ayer la ruptura del movimiento obrero con el Gobierno socialista.

Y sobre todo, con su presidente. "¡Zapatero, dimisión!", fue el espontáneo grito que abrió el macroacto, el más coreado durante su transcurrir, y también el que lo cerró, justo antes de que los asistentes entonasen la Internacional y de que, después, por los altavoces sonase aquello de que "entre esos tipos y yo, hay algo personal", que cantaba Joan Manuel Serrat.

Algo personal, porque en el ambiente, sobre todo entre los representantes de la central socialista UGT, se respiraba decepción e indignación. "No es de recibo que un Gobierno que se dice de izquierdas aplique las recetas de la derecha", acertó a resumir Ignacio Fernández Toxo, secretario general de CCOO.

Amenaza electoral

Del despecho suelen surgir amenazas. "El Gobierno se ha abrazado con desesperación al discurso que combatía hace poco. Los mercados chantajean para sacar tajada, pero no votan", advirtió Cándido Méndez, secretario general de UGT, al partido socialista, formación hermana fundada, como el sindicato, por Pablo Iglesias.

John Monks, de la Confederación Europea de Sindicatos, también lanzó una seria advertencia: la equivocada reacción de los políticos a la gran depresión "dio lugar a la guerra civil española".

Las dudas sobre el seguimiento que tendrá la huelga han llevado a los sindicatos a cargar como nunca contra Zapatero. "Ojalá hubiera sido un acto de apoyo a un Gobierno de la nación que hubiera hecho pagar la crisis a quienes la provocaron", anunció la presentadora del acto, la actriz Petra Mar- tínez. No faltó quien la interrumpió para acusar de "embustero", "vendido" o "fascista" al jefe del Ejecutivo.

Orgullo sindical

El acto también valió como un ejercicio de autodefensa y de orgullo sindicalista ante los ataques recibidos desde parte de la izquierda por convocar la huelga general. "No vamos a olvidar a quienes murieron defendiendo nuestras ideas. Nosotros, las organizaciones sindicales", proclamó Méndez.

Todo ello en un ambiente de fiesta combativa. El momento más aclamado de la jornada, de hecho, fue cuando el cantante Pedro Guerra entonó su "contamíname, y mézclate conmigo..."