Todo vale ya para el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero si con ello logra revertir la histórica lacra del mercado laboral español, el que más paro crea en la Europa comunitaria. Generar empleo y que este sea estable, rompiendo así la precariedad actual, se ha convertido en un dogma de fe para el Ejecutivo en la recta final de las negociaciones para aprobar el miércoles el decreto de la reforma laboral. Y si para lograrlo hay que abaratar el despido --una fórmula hasta hace poco denostada por los socialistas-- bienvenido sea.

Bajo esa filosofía, Zapatero salió ayer al paso de las críticas de los sindicatos --las que más le duelen-- a la propuesta que les entregó el pasado viernes el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, y aseguró que el documento es "equilibrado", ya que favorece por igual a los empresarios y a los trabajadores. En referencia a estos últimos, el presidente dijo que el texto mantiene sus "derechos básicos", y recordó que también ha escuchado críticas de la CEOE a la propuesta, en un intento de justificar que no es tan mala para los empleados como dicen UGT y CCOO.

SEIS MESES DE PERDIDAS El líder del PSOE insistió en la teoría de que iniciativas como autorizar despidos con indemnizaciones de 20 días por año trabajado en las empresas que acrediten seis meses seguidos de pérdidas (no está incluida en el documento, pero se negocia con los partidos que han de aprobar el decreto en el Congreso) acabarán ayudando a crear ocupación estable. Y lo mismo con la posibilidad de que las empresas se descuelguen de los convenios colectivos sectoriales para no aplicar las medidas económicas pactadas, o la implantación del llamado modelo alemán de reducción de la jornada laboral --con bonificaciones en las cuotas empresariales-- en aras de evitar despidos en compañías que atraviesan una crisis.

Es en estos dos últimos ejemplos donde reside el núcleo ideológico de la reforma laboral que propone el Gobierno. El primer objetivo básico en tiempos difíciles como los actuales es frenar la sangría de parados a toda costa y empezar a crear empleo neto, lo que solo se conseguirá dando más facilidades a las empresas y propiciando, a largo plazo, una mayor movilidad laboral. Ahí es donde se inscribe la creación de un fondo de capitalización para los trabajadores, que haga frente a posibles despidos y pueda utilizarse también para la jubilación (el modelo austriaco). Según el texto, el fondo sería operativo en todos los contratos indefinidos a partir del 2012.

"La reforma preserva la red de derechos de los trabajadores y permitirá a las empresas adaptarse a las circunstancias negativas sin tener que eliminar puestos de trabajo", resumió Zapatero en la rueda de prensa posterior a su encuentro en la Moncloa con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbás. El presidente puso como ejemplo la "anomalía" legislativa que ha derivado, en su opinión, en utilizar la fórmula del despido disciplinario para justificar lo que en verdad son reducciones de plantilla vinculadas a problemas económicos de las empresas.

"CONFIANZA" CLAVE En el caso de la lucha contra la precariedad laboral, Zapatero apeló a otro de los puntos de la propuesta, que también se basa en abaratar el despido: la ampliación del contrato de fomento de empleo, que lleva aparejada una indemnización por rescisión de contrato improcedente de 33 días. El jefe del Ejecutivo socialista aseguró que, con todas estas medidas, se generará una "confianza" clave para recuperar la senda del crecimiento económico.