A la espera de la composición del nuevo Gobierno presidido por Pedro Sánchez, los partidos perdedores de la moción de censura, el PP en primer lugar pero también Ciudadanos, se preparan para encabezar una feroz oposición al Ejecutivo socialista. En el PP, Mariano Rajoy ha expresado su deseo de convertirse en jefe de la oposición, al menos por el momento, pero se equivocaría el expresidente si no se diera cuenta de que su tiempo ha pasado y se resistiera a dar el paso al lado imprescindible para regenerar el partido.

Si finalmente decide apartarse, Rajoy querrá hacerlo tutelando su sucesión al frente del PP y controlando un proceso que no estará exento de luchas internas. Es público y notorio el enfrentamiento que mantienen Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal, que ahora además perderá el Ministerio de Defensa y recuperará todo el poder en el partido, que había delegado en parte en el vicesecretario Fernando Martínez-Maíllo. Santamaría puede volver a la dirección del grupo parlamentario o ser candidata a la Comunidad de Madrid o al ayuntamiento de la capital, mientras que Cospedal puede optar asimismo a la presidencia de Castilla-La Mancha. Todo dependerá, como siempre en el PP, de la decisión del presidente, es decir, de Rajoy. Pero esa pugna entre las dos mujeres más poderosas del PP puede beneficiar a un tercero y en este caso todo el mundo mira a Galicia y a su presidente, Alberto Núñez-Feijóo, un candidato al que avalan la mayoría absoluta con que ganó las elecciones autonómicas y una imagen de modernidad en la gestión de la Xunta que, no obstante, debe confirmar. En cualquier caso, el PP y Ciudadanos harán una oposición implacable al Gobierno de Pedro Sánchez y para ello utilizarán su control en la Mesa del Congreso y la mayoría absoluta del PP en el Senado. Un primer indicio de esta oposición sin complejos son las declaraciones de la vicesecretaria Andrea Levy en las que sugería que el PP presentará en el Senado enmiendas a sus propios presupuestos, seguramente para tumbar los 540 millones de inversiones en Euskadi que el PNV logró para aprobar las cuentas, aunque luego apoyó la moción de censura. El argumento de Levy recupera los viejos eslóganes del partido: habrá enmiendas porque están preocupados por «el futuro de España». Se ve que mientras el PNV votaba con el PP, el futuro de España no peligraba y ahora sí, simplemente porque los peneuvistas han cambiado de bando.