La gestión de las emergencias meteorológicas no es una ciencia exacta. Nuestro país bien lo sabe, pues su clima hace que pueda sufrir inundaciones, olas de calor y también temporales de frío y nieve que sin ser tan rigurosos como los de la Europa continental sí crean problemas, sobre todo de movilidad. Cada invierno suele haber algún episodio de este tipo, algunos excepcionales y marcados en la memoria, y otros que no han colapsado el país, como el que ha habido estos días. En efecto, la hiperbólicamente denominada ‘bestia del Este’, que ha creado muchos problemas en el resto de Europa y en otras partes de España, en algunas regiones de nuestro país ha originado nevadas, lluvia y temperaturas frías, pero no ha supuesto afectaciones graves en el transporte. Para evitar los colapsos, Protección Civil ha impulsado una serie de medidas preventivas que ahora son objeto de debate. Por ejemplo, por primera vez prohibió la circulación de los grandes camiones por el norte de España, y se suspendió el transporte escolar en algunas autonomías, con todo el problema que ello implica para la logística familiar. A la vista de lo sucedido, donde no ha nevado con la intensidad de otras veces y las principales vías no se vieron afectadas, es legítimo que algunas voces expresen la duda de que tal vez las precauciones han sido excesivas. Conviene estar preparados para evitar colapsos y la prevención es imprescindible, pero debe ser proporcional a la realidad meteorológica y adaptada a la situación y peculiaridades del territorio.