Por primera vez en democracia, un familiar del Rey es condenado a prisión por el más alto tribunal del Estado, el Supremo. Solo este hecho concede un valor extraordinario a la ratificación parcial por la sala segunda del alto tribunal de la condena impuesta a Iñaki Urdangarin por la Audiencia de Palma de Mallorca en febrero del año pasado. El Supremo le rebaja en cinco meses la pena, que queda en cinco años y diez meses, al absolverlo del delito de falsedad, pero su condena por fraude a la Administración, tráfico de influencias, malversación, prevaricación y dos delitos fiscales se convierte en la más alta del ‘caso Nóos’, ya que el socio del exduque de Palma, Diego Torres, ve reducida su pena de ocho años y seis meses a cinco años y ocho meses por los mismos motivos que Urdangarin. Los magistrados destacan en su resolución que «la situación de privilegio de la que disfrutaba [Urdangarín] como consecuencia de su matrimonio con una hija de quien era jefe del Estado consiguió mover la voluntad» del Gobierno de Baleares para obtener contratos y añaden que «el influjo ejercido desde el trampolín de su privilegiada posición» logró incluso eliminar la competencia y una «voluntariosa y disciplinada actitud de acatamiento de todas las propuestas» de Urdangarín y Torres por parte del presidente balear Jaume Matas.

La infanta Cristina, absuelta por la Audiencia de Palma de dos delitos fiscales, no impugnó la sentencia, pero el Tribunal Supremo le rebaja la cantidad a pagar por su responsabilidad civil a título lucrativo al anular la que correspondía a los delitos fiscales. El procesamiento, juicio y condena del marido de la infanta Cristina han estado envueltos en la polémica desde que se inició el procedimiento, el 7 de noviembre del 2011, pero esta sentencia y el inminente ingreso en prisión del cuñado del Rey desmienten a aquellos que se han pasado casi siete años augurando que Urdangarin no iba a ser condenado.

En espera del ingreso en prisión de Urdangarin --puede recurrir al Constitucional o pedir el indulto, pero no eludirá la cárcel con una condena mayor de cinco años--, se cierra un episodio que significó una brutal pérdida de popularidad de la Monarquía, que ha intentado recuperar su imagen con la abdicación de Juan Carlos y la llegada al trono de Felipe VI.