Uno. Los debates se han merendado la campaña electoral. Lo siento por las caravanas de periodistas que llevan días sin besar a sus niños, por los esforzados trabajadores de partido y voluntarios que se dejan la piel en la puesta en escena de mítines galácticos y musicales, por los líderes que recorren España a dos actos por día de un extremo a otro interesados por la niña, el niño, el desempleo de la madre, la conciliación del padre y la pensión de la abuela viuda. Después de 15 años de sequía y con un panorama audiovisual multiplicado en canales y nuevas tecnologías, aquí solo parece interesar ya el debate.

Dos. Preguntas ante la cita televisiva del próximo lunes: ¿Logrará José Luis Rodríguez Zapatero estar más enérgico en la respuesta, sin perder la calma presidencial que exhibió en el primer round ? ¿Y cómo lo hará compatible con dejar de mirar al pasado y presentar propuestas de futuro? ¿Conseguirá Mariano Rajoy mostrarse moderado después de una campaña y un debate que han endurecido su perfil? ¿A quién le habrán encargado esta vez su alegato final, que será, además, el final-final, porque cierra él? Dicen que la niña de Rajoy está huérfana, porque es imposible averiguar, en círculos populares, quién es el verdadero padre de una ocurrencia que ha tenido un escaso éxito.

Tres. Hasta el martes no conoceremos el paro registrado en el mes de febrero. Así que este dato estará fuera del debate. Con la inflación alta pero estancada y el oxígeno que le dio a los socialistas el debate entre Pedro Solbes y Manuel Pizarro, este tema, estrella de la precampaña, parece haber perdido fuelle. Pero el Banco de España decía esta semana que la desaceleración será más profunda en los próximos meses. Los populares saben que la incertidumbre está instalada en la ciudadanía y no dejarán pasar la oportunidad de hincar el diente.

Cuatro. ETA se hacía presente ayer en forma de atentado contra la sede socialista de Derio (Vizcaya). Y nunca se pueden descartar esta u otras formas más fáciles de intentar intervenir en la campaña. Con el terrorismo convertido en argumento electoral, y la crudeza del primer cara a cara como antecedente, atentos al próximo lunes.