Policía, Guardia Civil y Ertzaintza siguieron ayer peinando los alrededores de Arrasate y el resto del País Vasco en busca de los etarras que asesinaron a Isaías Carrasco. Eso sí, los controles de carretera de las primeras horas dieron paso a la vigilancia de incógnito, esperando que el comando se confíe y salga de su guarida.

Las fuerzas de seguridad barajan dos hipótesis acerca de la fuga: que se hayan escondido en el propio Arrasate o en la comarca, una zona mayoritariamente aberzale, o que hayan huido y se hayan refugiado mucho más lejos, incluso en Francia. El propio ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, echó mano de la expresión "a tope" para definir el dispositivo montado para esclarecer el atentado. Una tarea difícil porque ni siquiera está claro en qué vehículo escaparon. Una testigo contó que era un Seat Córdoba, pero la numeración corresponde a un Toledo. No se descarta que huyeran a pie y se escondieran en una casa cercana al lugar del atentado.

JORNADA ELECTORAL Lo normal en estos casos es que el comando, según fuentes de la lucha antiterrorista, se refugie tres o cuatro días y se disperse. El coche lo suelen recoger los correos para quemarlo y así borrar las huellas. Algunas fuentes apuntaban que quizá los etarras aprovechen que hoy el grueso de la vigilancia se centrará en los colegios electorales para huir.

En cuanto a su identidad, también se barajan varias hipótesis: que fueran miembros del comando Vizcaya o liberados (a sueldo de la banda) que han cruzado recientemente la frontera.