Cañaveral. Doce y media de la noche. Juan Carlos Rodríguez Ibarra acaba de finalizar su mitin en Plasencia, uno de los desplazamientos más largos de la campaña electoral. Esa noche, el candidato socialista ha decidido mantener un encuentro informal con los periodistas que le están acompañando a todos los mítines. El ´restaurante´ para la cena, un lugar en mitad de la dehesa.

Ibarra es de los primeros en llegar. Media hora después de finalizar el acto público, la comitiva que acompaña al líder del PSOE extremeño ha montado el comedor de campaña. Una iluminación improvisada y un aire poco habitual para estar a finales de mayo. Rodríguez Ibarra cambia su chaqueta de los mítines por algo más sport, más cómodo para la cena. Durante el acto público en Plasencia se ha sentido cómodo y eso se le nota en la cara al dirigente socialista.

MENU CAMPESTRE

Ese día la cena es especial, no por el menú. A los habituales que acompañan a Ibarra durante la campaña se han sumado algunos dirigentes y miembros de la organización del partido. La carta de degustaciones es la habitual en periodo electoral: tortilla de patata, croquetas caseras, unas chuletillas de cordero, boquerones, un poquito de jamón y buen vivo. Un menú que cada día preparan las familias de quienes acompañan a Ibarra en su periplo electoral por Extremadura. En esta ocasión también hay torta de La Serena que Lucio Poves, de la cadena Ser, ha traído para la cena. Y de postre, cafetito con unos dulces de Arroyo de San Serván

El candidato rompe el fuego. "Probar las chuletillas que están de muerte". La noche está fresca aunque durante algo más de una hora Ibarra y los periodistas comparten impresiones de cómo va la campaña, pero también de algunas anécdotas como la llamada que tuvo que hacer a Florentino Pérez, el presidente del Real Madrid, para mediar en favor de un amigo que le hizo la campaña a Lorenzo Sanz.

La noche de Cañaveral es especial, pero para Rodríguez Ibarra son habituales las cenas en mitad del campo durante la campaña. Tampoco suele haber tantos comensales. Los habituales son los miembros de su escolta, el conductor del coche en el que viaja, algún dirigente del partido y un médico personal, José María Mangas, quien le acompaña durante los quince días de mítines por la región. El aire aconseja levantar el campamento. Se echa la madrugada y al día siguiente la caravana sigue su marcha.