El primer debate entre el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el líder del PP, Mariano Rajoy, ha copado la primera semana de campaña hasta el punto de que, tras su celebración, el candidato socialista canceló dos actos por la mañana para preparar mejor el segundo "asalto". Transmitir tranquilidad sobre la economía, prometer más políticas sociales y los ataques al PP -focalizados en Manuel Pizarro y en Miguel Arias Cañete, más que en el propio Rajoy- han sido, hasta el momento, la tónica de los mítines socialistas.

El Comité Electoral del PSOE cree que, de momento, la campaña electoral se está desarrollando de forma "satisfactoria" para sus intereses, ya que está movilizando el electorado y permitiendo comparar los mensajes "radicales" del PP con el proyecto de Zapatero, aunque piensa que aún "no es suficiente" para tener la gran mayoría que esperan. "Vamos en tendencia al alza y positiva, pero no es suficiente, se tiene que mantener la evolución del voto y de la participación", reiteran, ya que perciben que hay un porcentaje de ciudadanos que quieren que Zapatero se mantenga en la Moncloa, pero que aún no sabe si saldrá a votar el día 9, o no tiene decidido su voto.

Después de una intensa precampaña por quince ciudades españolas, Zapatero abrió oficialmente la campaña en Madrid con protagonismo de Pedro Solbes tras el cara a cara que esa misma tarde mantuvo con Manuel Pizarro. También en ese acto cobraron protagonismo los funcionarios en huelga de la administración de Justicia, que hicieron el primero de varios intentos de boicot a los actos socialistas, y en alguno de ellos -como en León- fueron expulsados antes de comenzar el propio mitin.

Si el debate Solbes-Pizarro fue uno de los hechos más comentados por Zapatero en los mítines, no lo ha sido menos la indemnización del fichaje popular por salir de Endesa, o las declaraciones de Miguel Arias Cañete sobre los camareros extranjeros o las mamografías de las ecuatorianas en España. Ni se podía imaginar Cañete que su nombre fuera a aparecer, de forma reiterada, en cada acto de Zapatero, que ha aprovechado sus palabras para comparar la "España de antes" que, a su juicio, busca el PP, con el proyecto de modernidad y derechos para todos que propugna el PSOE.

Pero lo que más ha marcado esta primera semana ha sido, sin duda, el primer debate Zapatero-Rajoy, que hizo que desde el domingo anterior a mediodía el candidato socialista no celebrara ningún acto para preparar con su equipo de asesores el enfrentamiento, ante el que el PSOE auguró un triunfo "por la mínima" -debido a lo constreñido del formato- así como una gran movilización de voto. Sin embargo, una vez acabado el cara a cara, el PSOE aseguró que Zapatero había "ganado de largo" con un discurso "más sólido y solvente, bien apoyado en datos y argumentos", frente a un Rajoy "demagogo e insolvente", que sólo supo, a su juicio, "apoyarse en el terrorismo y la inmigración".

De hecho, el propio Zapatero salió del debate asegurando que en él se había podido ver "un proyecto" (el suyo) y "nada, crítica, crítica y crítica" por parte del PP. No obstante, al día siguiente el PSOE anunció que Zapatero no acudiría a dos actos sectoriales -en la Universidad Autónoma de Madrid y en el Centro Antonio Mosquete, también en Madrid-, argumentando inicialmente que era para dar mayor protagonismo a los ministros que participaban en ellos, aunque después confirmaron que el presidente necesitaba ese tiempo para preparar el segundo debate.

Junto al repaso diario de su gestión al frente del Gobierno y las promesas de abundar en las políticas sociales y de garantizar el bienestar pese a las turbulencias que pueda sufrir la economía, Zapatero ha reiterado, día a día, la necesidad de "sudar la camiseta" para que haya una alta participación el 9 de marzo porque la abstención -asegura- siempre beneficiará al PP.