Mariano Rajoy utilizó el Estatuto catalán para recuperar los pesimistas augurios del PP sobre el futuro de España y, de paso, reprochar a José Luis Rodríguez Zapatero sus acuerdos parlamentarios con los nacionalistas. Enfrente se encontró a un Zapatero dispuesto a ponerle a prueba en un campo: el de la unidad de la patria, en la que los populares acostumbran a jugar más cómodos. Pero esta vez se intercambiaron los papeles y el candidato socialista consiguió descolocar a su rival con dos elementos. Primero: recordó que, a pesar de las críticas de Rajoy al Estatut, hay 20 artículos del texto catalán que el PP ha recurrido ante el Tribunal Constitucional pero que son idénticos al del texto andaluz, que los populares votaron a favor. Además, a modo de ejemplo, Zapatero leyó uno de estos artículos. Concretamente el que hace referencia al testamento vital y el derecho a una muerte digna.

Y, segundo elemento: el trasvase del Ebro. El mismo que en su momento sirvió como munición contra el PSOE pero que ahora se ha vuelto en contra del PP. Zapatero insistió una y otra vez, hasta descolocar a Rajoy porque, a pesar de que los populares, en su Plan Hidrológico Nacional, hicieron bandera de este trasvase, ahora lo han retirado de su programa electoral tras el enfrentamiento que provocaba este proyecto entre los dirigentes populares de Aragón y los de Valencia y Murcia.

"¿Van a trasvasar agua del Ebro, sí o no", preguntó hasta por tres veces Zapatero a Rajoy. El candidato del PP evitó pronunciarse e insistió en que si llega a la presidencia del Gobierno hará las obras y trasvases necesarios. Sin concretar más.

Rajoy tenía ganas de discutir sobre la nación y lo demostró cuando ya en su primera intervención reprochó a Zapatero que en esta legislatura hubiese impulsado las diferentes reformas estatutarias. "Ningún gobernante en la democracia ha sembrado tanta cizaña y división entre los españoles", le espetó.

IRONIA CON EL AVE Zapatero, consciente de que este era el argumento que Rajoy le iba a echar en cara, replicó con otro reproche, el de no respetar la pluralidad de la España autonómica. "Ni España se rompe, ni Navarra se rompe, ni Cataluña se secesiona, al contrario, está más unida con el AVE", ironizó el candidato socialista.

Como si se tratase de un viaje en el tiempo, Rajoy regresó al polémico Pacto del Tinell --el acuerdo de creación del tripartito catalán-- para acusar a los socialistas de querer excluir al PP de las instituciones y de los grandes pactos. El candidato popular lo definió como "el origen" de la ruptura de los acuerdos entre los populares y los socialistas. Y entre ellos citó explícitamente el pacto antiterrorista.

Rajoy remarcó que los populares no son "anticatalanes" y que el culpable de sembrar la discordia es Zapatero: "Más de 500 años de historia y usted se lo ha tomado a broma. Es intolerable".

Zapatero aprovechó que el candidato del PP insistía en las maldades del Estatuto catalán, y lo argumentaba con las críticas que recibió el texto por parte de dirigentes socialistas como Felipe González, Alfonso Guerra o Joaquín Leguina, para introducir el elemento de la lengua. Rajoy respondió con calculada ambigüedad: "El castellano no se persigue en Cataluña, pero no se puede estudiar en castellano".