Las cifras, tercas, pregonaron anoche el triunfo del PP en las elecciones municipales y autonómicas: en las primeras, con 160.000 votos más que el PSOE; en las segundas, con la victoria en siete de las 13 comunidades en liza, en la mayoría de las cuales ya gobernaba. Pero los pactos poselectorales, más dúctiles, presagian un mapa territorial algo distinto: el de un PP que pierde poder territorial, porque puede ser descabalgado de Navarra y Baleares y, además, gobernará en 11 grandes ciudades menos que en la anterior legislatura municipal.

El PSOE logró una victoria --tal vez insuficiente-- en Canarias y consolidó sus feudos autonómicos. El PP hizo lo propio en cinco de los suyos --ante todo, en Madrid--, pero peligran otro dos: Navarra y Baleares, al albur de los pactos. En los municipios, el PSOE logra casi 700 concejales más que el PP: Vitoria, Cáceres, Tarragona, Jaén, Logroño, Las Palmas de Gran Canaria, León, Ourense, Palma de Mallorca, Vigo, Soria, Toledo, Zamora y Mérida caen en manos socialistas, que en cambio ceden a los populares Guadalajara y Cuenca. El marcador, inapelable: 14 a 2.

Los electores estaban llamados a las urnas para elegir a sus alcaldes y presidentes autonómicos, pero, deseosos de medir sus fuerzas, Mariano Rajoy y José Luis Rodríguez Zapatero --por este orden-- convocaron sendos plebiscitos paralelos: el presidente del PP, sobre el diálogo con ETA; y el líder socialista, sobre la estrategia de la crispación que han practicado los populares.

Moralmente los dos perdieron, porque sus artimañas se tradujeron en casi cuatro puntos más de abstención que hace cuatro años. Pero en el escrutinio Rajoy ganó el pulso a Zapatero, aunque a costa de dejarse cuotas de poder. O lo que es lo mismo, Zapatero pierde la supremacía en votos que en las locales del 2003 blandió como prólogo de su llegada a la Moncloa, pero gobernará en más capitales de provincia. También podría hacerlo en Baleares y en Navarra. Eso, si acierta a desenredar la disputada comunidad foral, donde la irrupción de la soberanista Nafarroa Bai ejemplifica el fracaso del PP al plantear una difícil disyuntiva: o nosotros o el caos.

MAS MADERA Lejos de apaciguar los ánimos de esta encrespada legislatura, el veredicto de las urnas presagia una creciente tensión hasta las generales. Con un saldo a su favor de 160.000 votos para Rajoy, jaleado por quienes le condujeron a la actual estrategia de acoso y derribo, solo le queda una alternativa: ¡Más madera!

Y, frente al más madera del PP, el más gestión de Zapatero. Aprobar unos presupuestos del 2008 expansivos y que apunten a la mejora del Estado del bienestar. Antes, quizás deberá afrontar el síndrome de Madrid, una debacle para el PSOE. Zapatero erró al elegir al alcaldable, Miguel Sebastián, y al mantener al candidato autonómico, Rafael Simancas. Los fracasos de ambos lo son también del presidente. La rectificación es urgente.