En el día después de una cita con las urnas, las cosas ya no se ven igual que en la noche del recuento. Emergen los matices y la realidad se impone. Por eso ahora mismo los interrogantes envuelven el futuro inmediato del presidente del PP y primer candidato de dicha formación, Mariano Rajoy. Ha perdido por segunda vez consecutiva unas generales. Y no está claro si va a irse o a quedarse otros cuatro años más para jugársela en el 2012. Su victorioso oponente, José Luis Rodríguez Zapatero, en cambio, puede plantearse el porvenir con cierta tranquilidad. No está tan cerca de la mayoría absoluta como a él le hubiera gustado, pero solo le hacen falta siete votos parlamentarios más. Y sabe dónde encontrarlos.

¿Qué será de Rajoy? De momento, la ejecutiva nacional del PP convocada para el día de ayer se retrasó a hoy. El jefe estaba elaborando su informe sobre los resultados electorales y al tiempo decidía qué hará y cómo. A pocos observadores les ha pasado desapercibido el tono en que pronunció su improvisado discurso desde el balcón de Génova, y la gran mayoría ha entendido que esas palabras sugerían una despedida, aunque al final se quedó en un "¡Adiós!", que lo mismo vale para un "Me voy de aquí" que para un "Hasta luego".

Pero muchos de los dirigentes regionales del PP (incluidos la mayoría de los barones que gobiernan comunidades) creen que Rajoy no debe salir huyendo. Consideran que, habiendo logrado 400.000 votos más que en las anteriores elecciones, lo natural es que siga al frente de todo. Joaquín Arístegui lo dijo ayer con rotundidad: "Debemos asumir la situación con tranquilidad. Podemos permitírnoslo". Dirigentes conservadores de ambas Castillas, de la Comunidad Valenciana o Javier Arenas, desde Andalucía, mantuvieron la misma tesis: Aquí no ha pasado nada grave, hemos ganado aunque no hayamos vencido (o viceversa)... ¿Por qué ha de irse Mariano?

En el PSOE, donde sí hubo ayer reunión de altos cargos, también opinan que Mariano Rajoy no desaparecerá del panorama. El primero que lo ve así es el propio Zapatero. "Rajoy continuará adelante. Solo espero que ello traiga aparejada un notable rebaja de la crispación". Rubalcaba, más realista, lo explica de otra forma: "Es muy probable que el PP se mantenga en la misma línea, con las mismas caras y ejerciendo una oposición dura".

Estrategia dudosa

Tal es la clave. Después de una legislatura artificialmente sometida a un tratamiento de histeria inducida, es dudoso que España se pueda permitir otros cuatro años de raca-raca por parte del PP. No parece lógico que el principal partido de la oposición actúe como un factor desestabilizador, en guerra permanente con el Gobierno democráticamente elegido.

Rajoy ha disparado ya toda la munición de que disponía. Ha contado con el apoyo absoluto de organizaciones de la derecha social y mediática, pero es dudoso que su estrategia de esperar que en España ocurra un cataclismo (y procurar que así sea) vaya a resultar satisfactoria para todos. Ayer, la poderosa CEOE, la gran patronal española, hizo pública su felicitación a Zapatero y su disposición al diálogo con el futuro Gobierno. Hay otro elemento a tener en cuenta: el PSOE se ha convertido en el partido que más articula España. Es el único que ahora mismo actúa como primera o segunda fuerza en todas las comunidades. El PP no posee tal implantación.

El PP está orgulloso de su éxito electoral en los que ya son sus feudos tradicionales o de su importante avance en Andalucía. El PSOE se pregunta por qué sigue a la baja en dichos feudos. Pero lo cierto es que Zapatero va a gobernar muy reforzado y Chaves ha ganado por mayoría absoluta. Como en el fútbol, uno puede meter muchos goles... y perder el partido si el adversario mete más. Así de simple.

Esperemos y observemos. Mientras, Izquierda Unida parece a punto de agudizar su crónica crisis interna, y Esquerra Republicana de Catalunya enjuga su fracaso con la salida de Joan Puigcercós de la Generalitat (donde, no obstante, siguen sus compañeros de partido). Ya veremos por cuánto tiempo.