Mariano Rajoy se cuidó ayer muy mucho de suscribir las palabras pronunciadas el martes por José María Aznar sobre el advenimiento de un clima similar al que condujo a la guerra civil. Después de la polvareda que el expresidente del Gobierno ha levantado ya en dos ocasiones, en ambos casos eclipsando los discursos de campaña de Rajoy, el político gallego se escurrió ayer de las preguntas de los periodistas. Pero sí deslizó un recordatorio para Aznar: "No hay que olvidar que yo soy ahora quien preside el partido".

Es evidente que, aunque el PP envíe al presidente de la Fundación para los Análisis y Estudios Sociales (FAES) la retahíla de argumentos y manuales de campaña, Aznar no los lee con gran detenimiento. Es el presidente de honor del PP y va por libre.

Ayer Aznar se quejó de haber sido malinterpretado, y precisó que la víspera, en Calatayud, no pronunció en ningún momento las palabras "guerra civil". Tampoco le hizo falta. Le bastó con acusar a José Luis Rodríguez Zapatero de resucitar el clima de enfrentamiento entre las dos Españas que precedió a la contienda. "Eso, que nos condujo a lo peor de nuestra historia hace 70 años, es el esquema político que se quiere repetir ahora", dijo.

No contento con ello, y tras haber afirmado que el jefe del Ejecutivo "rinde la nación en manos de los terroristas", Aznar proclamó que cada sufragio que no beneficie al PP "será un voto para que ETA esté en las instituciones". Aunque él nunca lo diría con tanta crudeza, en este extremo Rajoy sí estuvo de acuerdo. Solo que él lo formuló con más tiento: "Zapatero pide el voto para legitimar sus cesiones a ETA, y yo, para derrotarla".

Para un líder político que asegura presentar una alternativa "en positivo", que se define como un moderado y que aspira a reconstruir los puentes de diálogo con la derecha nacionalista, no es una buena noticia que su antecesor afirme que votar al resto de los partidos equivale a respaldar a ETA. Así lo sugería la expresión de su rostro durante un almuerzo ayer con los periodistas que cubren sus mítines, aunque renunciase a la confrontación directa con quien le aupó a la presidencia del PP.

ACTO EN VITORIA En el mitin de última hora de la tarde en Vitoria apenas aludió, sin embargo, al terrorismo. La delicada situación del PP en Alava, donde podría perder el gobierno de la Diputación foral y del Ayuntamiento de Vitoria si prosperara un pacto entre PNV y PSE, le llevó a realizar su compromiso más claro. Rajoy aseguró tajante que el PP "no gobernará" en ninguna comunidad o capital de España en la que no sea la fuerza más votada y emplazó a Zapatero a que aclare si puede decir lo mismo y a que lo haga ya. El requerimiento tiene una especial trascendencia en Euskadi y Navarra porque en estas dos comunidades peligra la continuidad de los populares en el Gobierno.

Rajoy se quejó de que los socialistas hayan querido "excluir al PP" y solo al final del mitin, celebrado en el polideportivo de Sansomendi de Vitoria, censuró la "irresponsabilidad" de Zapatero por permitir que Batasuna vuelva a los ayuntamientos. Además de recalcar que la ley de partidos es la "más eficaz" que se ha hecho en España, culpó al presidente de no cumplirla.