¿Se está poniendo bronca la campaña? Hombre, después de los cuatro años que llevamos a las espaldas, pocas cosas pueden asustarnos ya. Felipe González, por ejemplo, dijo que Mariano Rajoy hace cosas propias de un imbécil. Es fuerte, sí. Pero José María Aznar ha asegurado sin despeinarse que José Luis Rodríguez Zapatero sigue al habla con ETA y está compinchado con los terroristas. Y ambos dardos no hacen la misma pupa. El primero solo pincha; el segundo está, además, envenenado. Aquí cada cual acusa a la otra parte de crispar, pero pocos españoles que conserven un juicio objetivo pueden tener dudas a la hora de señalar quién crispa más.

Lo ha dicho en el Financial Times Gabriel Elorriaga, secretario de comunicación del PP: "Nuestro partido tiene en estos momentos una imagen muy dura, muy de derechas. No podemos ampliar nuestra base electoral". El mismo explica que la solución a este aparente problema no es otra que desactivar el voto de quienes suelen inclinarse por el PSOE. ¿Cómo? Armando un enorme ruido con asuntos como el terrorismo, la inmigración, la economía o lo que caiga. Más claro, agua embotellada.

Insultarse un poco (o un bastante) es casi una regla obligada. No tiene sentido rasgarse las vestiduras como ha hecho el PP por la salida de González. El gran lingüista Lázaro Carreter aseguraba: "La palabra que más me conmueve es anciano ; las más bellas pueden ser madre o azul ; la más sonora, crisálida ; pero la que me parece imprescindible es... imbécil ". Tampoco hace falta ser un genio de la lengua española para entender que no es lo mismo sugerir la debilidad mental de Rajoy que acusar a Zapatero de agredir a las víctimas del terrorismo; como no es igual llamar sastrecillo valiente a Pizarro que aseverar tranquilamente que los niños andaluces, por culpa de Chaves, son "prácticamente analfabetos", lo cual hizo ayer mismo la candidata número 3 del PP por Madrid, Ana Mato.

Hay que advertir dos hechos significativos: el PSOE ha reconocido formalmente que las palabras de González "no fueron las adecuadas"; luego, el propio expresidente ha querido matizar igualmente sus palabras para quitarles hierro. Ana Mato, a su vez, ha pedido disculpas y ha retirado su absurdo insulto a la infancia andaluza. Pero es improbable que estas rectificaciones sobre la marcha creen escuela. Estamos en un partido para gladiadores. Y la contundencia no solo se lleva entre los dos mayoritarios. Fuerzas políticas que presumen de seny también disparan a bocajarro. Jordi Pujol dijo de Carme Chacón: "Esta chica no sabe nada de nada". Artur Mas se descolgó diciendo: "El PP ha atacado a Cataluña frontalmente. El PSOE nos ha engañado ignominiosamente".

Lo mejor es tomárselo todo con humor. De hecho, los guionistas de los programas televisivos y radiofónicos de humor inteligente están disfrutando de lo lindo. Wyoming, Buenafuente, Los Muñecos del Guiñol, Eva H... se están luciendo. Muchos días, las suyas son las mejores crónicas de la campaña.

El barullo del trasvase

Pasemos a otras cosas: en las apuestas por internet, Zapatero va muy por delante de Rajoy (el 85%, frente a un escuálido 7%). Alvarez-Cascos continúa en la brecha tras su inesperada reaparición. Siguen los mítines, pero todos los pensamientos están puestos en el cara a cara del lunes, que los publicitarios han calificado de definitivo .

Y luego está el barullo del trasvase del Ebro. Según Federico Trillo, en el susodicho río hay agua de sobras para Aragón y Cataluña, para llevarla a la Comunidad Valenciana, a Murcia y a la provincia de Almería, "de allí --prosigue-- irá al Mediterráneo, y entonces podrá ser desalada en Carboneras ... para que luego en mercante se la lleven a Barcelona". Es improbable que el jefe de Trillo, Rajoy, diga algo parecido en el mitin que dara hoy al mediodía en Zaragoza (donde mañana torea Zapatero). Allí, si quiere, tal vez pueda enterarse de la desastrosa situación del Ebro, cuyos embalses están vacíos, los afluentes casi secos y los grandes sistemas de riegos disponen de menos agua por hectárea que sus homólogos del Segura. Además, el PP aragonés no quiere ni oír mencionar la palabra trasvase.

Zapatero, viendo que esta es su ocasión, puso el trasvase sobre la mesa en su mitin de ayer en Murcia y acusó a su oponente de lanzar un discurso sobre el agua distinto según esté en una comunidad o en otra (que es justamente lo que hasta ahora le echaban en cara a él desde el PP).

Lo del trasvase no tiene remedio. El cambio climático se lo está llevando por delante. Tal vez el primo de Rajoy tenga algo (genial) que decir al respecto.