En uno de esos intercambios de pareja tan habituales en la política postmoderna, Mariano Rajoy propuso ayer a los sindicatos un acuerdo por el pleno empleo mientras José Luis Rodríguez Zapatero se reunía con Maragall y setecientos empresarios catalanes para ofrecerles una economía más productiva. Pero sigan atentos a la jugada, porque el primero lo que realmente plantea es crear una prima que ayude a crear puestos de trabajo desplazando a los salarios parte de las prestaciones por desempleo (en suma, transfiriendo a las empresas una partida de neto carácter social), mientras que el segundo pretende incrementar en los próximos años las inversiones públicas dirigidas al I+D y las nuevas tecnologías (lo que por cierto también podría derivar en nuevas subvenciones a las empresas... punta ).

Ahora bien, ¿entiende el común de los electores este tipo de planteamientos programáticos? Más aún: ¿tienen los programas un papel importante en la campaña?, ¿o bien lo que funciona son las sensaciones que cada candidatura logra transmitir?... ¿Se vota desde el conocimiento o desde la intuición?

La imagen, contra la letra

Admitamos que básicamente los programas son un adorno, otro aspecto del ritual si se quiere; o como mucho, un catálogo de intenciones. Los electores desconocen sus prolijos contenidos y saben que una cosa es lo que pone ahí y otra lo que luego hacen los partidos cuando llegan a gobernar. Pero además las campañas se basan ya en la imagen, no en la letra, y la imagen, ya se sabe, es pura sensación, un impacto emocional. En ese terreno dominado por los mensajes audiovisuales es donde el Partido Popular ha conseguido ventaja sobre los socialistas y los que pasan por ahí , que es como llama Rajoy a quienes integran la sopa de letras .

El sucesor de Aznar ofrece estabilidad, continuidad, más de lo mismo (o casi). Por eso en los mítines habla tanto de sensatez e insensatez para distinguir a su partido de los que se le oponen. Rajoy interpreta la sensación de sus votantes y cuando se asoma a la remota posibilidad de que él y su partido no vuelvan a ganar las elecciones por goleada utiliza expresiones angustiosas: "me pone los pelos de punta", "me asusta", "me preocupa mucho"... Es decir: mucho ojo con lo que pueda pasar si el PP no sigue cuidándose del país y de sus habitantes.

Los populares y sus circunstancias han creado la sensación de que la economía marcha bien y la lucha contra ETA y su entorno va por buenísimo camino. Lo primero sería discutible si considerásemos la cuestión en términos globales; lo segundo es cierto y muy positivo, pero no es una solución automática al problema político que plantea la sopa de letras . Tanto da, porque ni los socialistas ni el resto de la oposición están siendo capaces de generar una impresión diferente entre la ciudadanía; al menos entre quienes no están ya concienciados de antemano. Podrían explicar que, según datos de la OCDE y el propio Ministerio de Hacienda, la presión fiscal no ha disminuido en España sino todo lo contrario: bajan los impuestos directos pero suben las tasas y los impuestos indirectos. Podrían aducir que la convergencia con Europa falla estrepitosamente en todo lo relativo a servicios públicos y gastos sociales. Incluso les cabría argumentar, y no se equivocarían, que el tirón del consumo y la construcción se hace a base de un endeudamiento familiar sin precedentes. Pero...

Detalles del PP increíbles

El PP presenta un programa repleto de detalles increíbles porque en él aparecen ofertas que desmienten la gestión real llevada a cabo por los gobiernos de Aznar en materias tan sensibles como las prestaciones sociales, la vivienda o la seguridad ciudadana. El PSOE se ha esmerado en la elaboración de unas propuestas razonables , pragmáticas y escoradas al centro para no asustar a las clases medias. IU se atiene en su proyecto general a la ortodoxia progresista y democrática. CiU alterna las microalternativas (Duran Lleida se fue ayer a una autoescuela para hablar de seguridad vial) con réplicas simultáneas al PP y a Esquerra Republicana, cuya pinza teme. El PNV se ha enrocado en su búnker vasco y ciñe su programa a la cuestión soberanista aunque limándole las aristas más filosas... Habrá que ver de qué sirven tales esfuerzos frente a las intuiciones que la ciudadanía viene incubando desde hace ya demasiadas semanas.