Los socialistas valencianos anunciaron, tras la dimisión forzada de Joan Ignasi Pla, que la recomposición del partido debería esperar a que pasaran las elecciones generales. Dos días después de la victoria de Zapatero y de la derrota sin paliativos del PSPV, los aspirantes a dirigirlo empiezan a mostrar sus cartas. Y el primero de ellos ha sido el exministro Jordi Sevilla, que ayer anunció su renuncia a la secretaría general y a la candidatura a la presidencia de la Generalitat valenciana.

Sevilla se va, pero no en silencio. En una carta en tono de lamento, aclara que si alguna vez aspiró a encabezar el partido fue porque se lo "pidió el presidente del Gobierno, en privado primero, y después ante los medios". Sevilla carga contra la estructura del partido y reconoce su fracaso a la hora de "mover las oxidadas palancas internas del cambio". Sin nombrar a quién se refiere, dice que renuncia, "de momento, al legítimo derecho de defensa ante la insidia y la calumnia que algunos tienden a utilizar para encubrir su propia incapacidad". La queja está dirigida contra el aparato del PSPV, controlado por el expresidente autonómico Joan Lerma, actual presidente de la gestora nombrada por José Blanco tras la defenestración de Pla. Es el mismo núcleo de poder que, a excepción del corto mandato de Joan Romero en 1998, controla el partido desde la transición.

ESPERANZA El sector lermista, que desde ayer tiene candidato en el alcalde de Morella, Joaquim Puig, aspira a mantener este control tras el congreso previsto para verano. Y todo ello pese a que desde 1993 el PSPV no gana unas elecciones. El PP le ha superado en más de 10 puntos en las autonómicas, en las locales y, ahora, en las generales. Mientras, las esperanzas de cambio se aglutinan en torno al alcalde de Alaquàs, el primero que anunció su voluntad de liderar el partido.