Murcia. 21.00 horas. 30 grados. El agua, aquí, embotellada. 7.000 personas abarrotan el Palacio Municipal de Deportes de la capital y se dejan las palmas con tanto aplauso. Los del CIS no debieron de llamarles, porque el entusiasmo socialista no figura en la encuesta conocida ayer, que mantiene el poder autonómico en manos del presidente conservador. Rodríguez Zapatero, sin corbata, suda su primer mitin de campaña. La "anarquía urbanística", tan extendida en la región, es el tema que explota el presidente. La ley del suelo aprobada el jueves sin el apoyo del PP le sirve de argumento para arremeter contra los de Rajoy. Zapatero asegura que la corrupción tiene los días contados, porque ha quedado derogado el manto legal que la arropaba: la ley del suelo que aprobó el PP hace diez años.

De ETA, ni una palabra. Tampoco de Batasuna ni de las impugnaciones de listas de ANV confirmadas por el Constitucional. A los murcianos lo que les importa es el desmadre del ladrillo y la escasez de agua. Para lo primero, Zapatero les sirvió el remedio de la nueva ley del suelo, que reserva un 30% para vivienda protegida y fija los precios de las expropiaciones en función del uso que se dará al terreno. Sobre el agua, o mejor, sobre su ausencia, se limitó a asegurar que no le pillarán en "falsas promesas" como las del Plan Hidrológico del PP, que resumió como "hablar mucho pero sin que llegara un solo hectómetro".

EL VUELCO Con un simple gesto, dijo, se puede pasar del "vale todo" del PP en urbanismo a un crecimiento "racional". El gesto es el voto, cuya capacidad "de cambiar el rumbo" quedó demostrada hace tres años, cuando el PSOE derrotó al PP en las generales. También entonces tenía mayoría absoluta, recordó el presidente para animar a Pedro Saura, que tiene 15 días para superar los 12 escaños que le separan de Ramón Luis Valcárcel.