El candidato socialista a la presidencia del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, sueña que gana las elecciones. Es una sensación que le corre por el cuerpo. No sólo a él. Comentaristas, observadores y aficionados a la Sociología secundan, desde posiciones más o menos progres, la tesis del vuelco final. Y aunque no existe ningún dato objetivo que avale tal posibilidad, también en ámbitos conservadores se detecta cierta inquietud. No tanto porque la derecha tema una derrota, sino porque la pérdida de la mayoría absoluta podría dar lugar a una triste victoria. Pese a todo, Mariano Rajoy mantiene su argumentario . Ayer evocó la triple bicha: paro, terrorismo y corrupción. A su alrededor, la estudiada agresividad dialéctica del PP tampoco cede. Los estrategas de calle Génova deben estar a estas hora devanándose los sesos: ¿Remonta el PSOE porque el PP no aplicó desde el principio suficiente dureza a la campaña? ¿O tal recuperación se debe a que tanto recurrir al voto del miedo y tanto presumir de rodillo ha desencadenado un efecto contrario? Y lo más curioso de todo: ¿Por qué CiU se está distanciando del PP y el PP de CiU?

El cara a cara

En estos días todos podemos ser expertos en tácticas electorales. Y quizás sólo haga falta un poco de sentido común para llegar a la conclusión de que Rajoy y los suyos debían haber desarrollado una campaña mucho más sosegada; pero que si de todas formas estaban dispuestos a meter tensión, el candidato del PP tendría que haber aceptado el cuerpo a cuerpo con Zapatero para rematarlo dialécticamente en un debate en directo... ¿O no? Teniendo en cuenta que hasta el domingo no saldremos de dudas, las intuiciones son sólo eso, percepciones íntimas de una (supuesta) realidad.

Es indudable que Rodríguez Zapatero ha ganado presencia y prestancia en estos días; Rajoy, no. El socialista pagaría algo por prolongar una semana más la campaña y seguir recuperando . Por suerte para la sufrida ciudadanía, en este encuentro no caben más prórrogas.

Mariano Rajoy hace lo que puede e intenta dar nuevas vueltas de tuerca a su discurso admonitorio. Ayer, en Burgos, recordó los tiempos en que un ministro del Interior debía detener al director de la Guardia Civil y aseguró que si los socialistas actuasen con patriotismo "estarían pidiendo el voto al PP". Haciéndole eco desde el extrarradio madrileño, Aznar reclamaba para España un "gobierno fuerte". Por las ondas (salvo las oficiales) y los teletipos se extendía la polémica sobre las palabras del presidente del PP en Castilla-La Mancha y alcalde de Toledo, el popular José Manuel Molina. Había hecho unas desafortunadas declaraciones en las que, por desacreditar al PSOE, a ERC y al posible auge electoral de éste último partido, acabó mentando a Hitler en una comparación tan equívoca como improcedente.

Zapatero sonríe porque cree que todo este barro y este destemple le favorece. Los estrategas socialistas están seguros de que la mala uva y el triunfalismo de los conservadores aleja de éstos a votantes de centro y a la vez moviliza a electores progresistas que salen de la abstención, no tanto porque les fascinen las ofertas de la izquierda, como para evitar una nueva mayoría absoluta de una derecha tan radicalizada.

Gaspar Llamazares también se está animando. Si Zapatero va de cambio tranquilo y pone ojitos de angelote, el líder de IU se reserva el papel de rojo cañero . Ayer, además de insistir en que será posible gobernar España desde una Coalición de izquierdas (ya lo decía Rajoy), la emprendió con el presidenciable del PP: "No está hipotecado, no; sino realquilado a inmovilistas, inmobiliarios, jerarquías eclesiásticas y legionarios de Cristo". Textual.

IU y los ´bloques´

Organizaciones territoriales de IU, al igual que los bloques (el gallego pero también el valenciano), Chunta, Esquerra y los nacionalismos de centro , no cesan de lanzar mensajes sobre la trascendencia de éste o aquél escaño en ésta o aquélla provincia. Aseguran que van a ser esos diputados (teóricamente a su alcance) los que zanjarán la derrota final del PP. Los minoritarios también tienen la sensación de que están en alza. Cuestión de fe.

La jornada deparó una situación sorprendente. De forma simultánea aunque en escenarios distintos, Esquerra Republicana y CiU le guiñaron el ojo a Zapatero sugiriéndole que no sea tonto y se retracte de ese compromiso suyo según el cual sólo gobernará si tiene mayoría de votos. Ambos partidos nacionalistas se ofrecen de hecho a formar parte de la imaginada pero tangible Coalición . Que lo hiciesen los amigos de Carod-Rovira parece normal, pero... ¿los convergentes?

A la búsqueda de un voto

Y mientras, el candidato del PP, Mariano Rajoy, apuraba la jornada en Zaragoza prometiendo que sólo trasvasará el agua del Ebro sobrante, y llamando a los indecisos a votar al PP. De repente, cada sufragio le vale al PP su peso en oro.