El director valenciano conduce la Orquesta de Extremadura en el concierto de abono de la formación, hoy en Cáceres, con un programa de música romántica

El adolescente Alvaro Albiach solía dirigir una orquesta imaginaria en su casa. Ponía discos, elevaba los brazos y comenzaba el concierto. Había estudiado clarinete y a los 15 años, un amigo que sabía de esa afición casera le dijo que por qué no hacía eso mismo delante de una orquesta. La orquesta era en realidad una especie de rondalla de Liria, el pueblo natal de Albiach, de la que se encargaba el padre del amigo. Así que el joven se dijo: "¿Por qué no?", y se subió por al estrado de director.

"Tenía algo del atrevimiento de la adolescencia.Para mí era como un juego", explica el adulto director de orquesta Alvaro Albiach. Hoy conduce a la Orquesta de Extremadura (ayer lo hizo en Badajoz) en el Gran Teatro de Cáceres (20.30) con un programa romántico (la obertura Las Hébridas , de Mendelssohn, la octava sinfonía de Schubert y la primera de Schumann).

Albiach, como varios músicos de la Oex y otros que han pasado por esta formación como invitados, procede de la Comunidad Valenciana. La vivencia musical en Liria fue algo natural para él. Su padre era instrumentista y cantaba, y su madre llegó a intérpretar zarzuela. "En cada familia había alguien que estudiaba música. Era como un hábito", recuerda Albiach. "Pero aunque vivas la música desde la familia, siempre es un descubrimiento". Más en su caso, que aunque había empezado a estudiar el clarinete, aquella irrupción de los quince años iba a marcar su dedicación. "Llega un momento en que uno toma conciencia de lo que quiere ser y para llegar ahí necesita formación y vivencia. ¿Cómo lo sabes? Es algo que lo sientes tú, que te llena. Es difícil de explicar, pero quería dedicarme a la dirección. Lo tuve claro desde muy pronto".

Albiach es, por decirlo así, un director en situación de destino. El es, como dicen en el argot musical (lo que vale también para los periodistas que van por libre) free lance . No tiene una orquesta a su cargo y acude adonde le llaman para dirigir programas sinfónicos u óperas. "Vivo una vida un poco bohemia, como de viajante, yendo a países diferentes, con músicos diferentes, con costumbres diferentes. Y es algo apasionante".

El ha acudido como invitado a formaciones como la de RTVE (con la que repetirá este verano), la Orquesta Nacional de Lyon o la Wierner Kammerorchester. Declara su admiración por directores como Carlos Kleiber (ya fallecido) o Claudio Abbado. A este y otros acude a los ensayos que realizan con sus orquestas cuando no tiene compromisos laborales.

A Extremadura viaja por segunda vez desde abril, cuando dirigió a la orquesta del conservatorio de Badajoz; de manera que conoce la situación por la que atraviesa la Oex. "Cuando terminaba uno de los ensayos pensaba que con lo que cuesta montar algo así, con lo complicado que es este trabajo y la necesidad de mantener el hábito de hacerlo, habría que hacer un esfuerzo para mantenerlo".

Esta nueva visita tiene algo de reencuentro con su pasado. "El repertorio del concierto lo elegí junto a Miguel Romea el director de la Oex. Me hace ilusión porque son tres obras que quiero mucho, especialmente las dos primeras, la obertura de Mendelssohn y la Incompleta de Schubert, porque las tuve muy cerca cuando dirigía a solas en mi casa siendo un adolescente y me cautivaban por su belleza".