Cuando a Yolanda Serrano y a Eva Leira --las dos directoras de casting más importantes que hay ahora mismo en la industria audiovisual-- les llegó el guion de Ocho apellidos vascos , ambas lo vieron claro. El protagonista debía ser Dani Rovira. Perdón, ¿quién? No le conocía nadie. Era un chaval malagueño que se pateaba teatros y garitos con su espectáculo de monólogos. Leira había acudido, por casualidad, a una de sus obras. Era su hijo el que tenía interés en ir. Estaba previsto que fuera con sus abuelos, pero uno de ellos se puso malo y, finalmente, fue ella la que acompañó a su hijo al teatro. Cuando vio a Rovira comerse el escenario, grabó su nombre a fuego. Su compañera fue a los pocos días y tuvo la misma sensación. Meses después, cuando el equipo de Ocho apellidos vascos les encargó la elección de los actores, ambas pusieron encima de la mesa el currículo del desconocido monologuista. Bingo. La película se convirtió en la más taquillera del cine español y su protagonista, en un ídolo de masas.

El descubrimiento de Rovira no fue algo excepcional. En su día, Leira y Serrano --que llevan 12 años trabajando juntas como directoras de casting -- también apostaron por otros nombres ignotos: María Valverde (fichada para La flaqueza del bolchevique ), Juan José Ballesta (El Bola ), Alberto Ammann (Celda 211 ), Quim Gutiérrez (AzulOscuroCasiNegro ) y, más recientemente, Rubén Cortada, la gran estrella de El Príncipe (Tele 5) que antes fue pescado por Leira y Serrano para El tiempo entre costuras (Antena 3).

El cine español tiene talento. "Mucho", apostilla Leira. "Pero es una industria viva y no hay que tener miedo a buscar caras nuevas. Que conste, sin embargo, que nuestro trabajo no es localizar nuevos actores y procurar que hagan 50 películas. No nos dedicamos a elaborar carreras. No las garantizamos. Nosotras, lo que hacemos, es tratar de encontrar a los mejores actores para cada filme en el que trabajamos. Y no paramos hasta que nos topamos con lo que el guion demanda. A veces, ese actor es un veterano. Pero otras es alguien desconocido. Hay que ser valiente y buscar", añade. "El objetivo es siempre hacer la mejor película posible", destaca Serrano.

Un largo y duro proceso

Es decir, que se buscan (a veces) actores nuevos. Ahora bien, ¿dónde? La respuesta es amplia: en todas partes. En agencias (donde ambas directoras de casting encontraron a Juan José Ballesta y María Valverde); en un instituto (donde descubrieron a Jesús Castro, protagonista de la nueva película de Daniel Monzón, El niño ); en un colegio (donde localizaron a los chavales de Zipi y Zape y el club de la canica ); o en el mundo de la música (donde ficharon a Angy para la serie Física o Química ). Ninguno de ellos fue descubierto por casualidad. Encontrarles fue fruto de un largo proceso de trabajo, donde, en una primera fase, intervienen equipos de personal que, contratados por Leira y Serrano, se mueven por toda España y realizan las primeras pruebas. Después, son las directoras de casting las que examinan mil veces a los elegidos hasta dar con los mejores.

También en las escuelas de interpretación aparecen nuevos talentos. Y eso que para ser un excelente actor no es necesario acudir a ellas. Luis Tosar, un auténtico animal de la gran pantalla, no ha pisado una jamás. "En las escuelas se aprende mucho, pero no hay que rechazar otros caminos. Para ser un buen intérprete, básicamente, lo que hay que tener es corazón. Como en todas las disciplinas artísticas, hay algo mágico. Trabajan con sus emociones", dice Leira.

Puede que a un buen actor no le haga falta pisar una clase de interpretación. Pero lo que es imprescindible es que sea currante. "Luchamos contra los tópicos. Parece que en este mundo todos son unos bohemios. Que quede claro: los actores son grandes trabajadores", concluye Serrano, que aplica idéntica receta para ser un buen director de casting : currar.