Escribir, contó una vez Francisco Ayala a un grupo de estudiantes muy jóvenes de periodismo hace veinte años, nace de una necesidad estética. Con el tiempo he aprendido que la publicación también: que uno monta una editorial, como un Quijote, porque le gustaría ver publicados, en su idioma, bien traducidos, los libros a los que no puede acceder de otro modo. Editar es comunicar dos territorios, dice el manifiesto fundacional de Contexto, que es una asociación en la que están Periférica, Nórdica, Libros del Asteroide, Impedimenta y Sexto Piso, que son también varias de las mejores y más reconocibles editoriales del país. La fidelidad se consigue haciendo de cada libro algo único y propio, manteniendo una línea de publicaciones estable y coherente y con un concepto claro de a qué tipo de lector se quiere llegar y cómo. Y a eso, con varios planes y muchas ideas en la cabeza, se va a tener que dedicar el nuevo director de la Editora Regional de Extremadura, Eduardo Moga . Hay un sinfín de colecciones que se pueden racionalizar, una página web que hay que mejorar ya mismo, unas redes sociales inexistentes (a estas alturas de siglo, sí), una distribución penosa y una realidad socioeconómica que es la que es, con sus pequeños índices de lectura, su baja penetración de alta velocidad y los mismos sueldos exiguos que en el resto del país. El reto es transformarla en una empresa pública fiable: fiable para los lectores, que marque camino. Porque, cuando uno entra en una librería, ya no busca autores, o no solo: busca propuestas. Y, en casa, bucea en catálogos, lee reseñas, se fía de blogs y de ciertos críticos y espera novedades. Ese prestigio de marca es el que Moga va a intentar conseguir: ese reconocimiento que pasa por saber que el libro, también, es un objeto y que las necesidades estéticas, sí, han ido cambiando.

Más cine, por favor

Al fin y al cabo, si las cosas se hacen bien, la gente responde. Lo saben en Psicopompo y en Ediciones Liliputienses, que presentan Viga , el nuevo poemario de Gsús Bonilla , que ha escrito versos como "prestaciones, subsidios, ayudas familiares... / De aquello, en esos años, nos manteníamos. / De aquello, y de mi madre / que fregaba escaleras, limpiaba bares y asistía en casas". También lo saben bien los miembros del cine club Fórum, con Angel Briz a la cabeza, a quien tildaban de loco hace muchos años por pretender que se pudiera ver cine en versión original y en pantalla grande en una ciudad como Mérida. Coreano, además. Comenzaron con cine coreano: no con Hitchcock ni con David Lean : con Corea. Y se consiguió un público estable, fíjense qué cosas, y ahora hay un ciclo todos los lunes en la única sala comercial que queda, cuyas entradas sirven también para sufragar el Festival de Cine Inédito en un acuerdo que no ha tenido precedentes en ninguna otra ciudad del país. El lunes proyectan Truman , de Cesc Gay , con Ricardo Darín y Javier Cámara , ganadores ambos de la Concha de Plata en el Festival de Cine de San Sebastián, que habla sobre lo que sabemos todos: que nos vamos a morir. Y que es mejor morirse despidiéndose de la gente a la que amamos, con un perro fiel y con música de Spinetta .

Esta semana hay mucho cine: la gente está disfrutando con las fiestas de don Carnal en casi todas las localidades de la región este fin de semana. En casi todas, digo, porque el Carnaval jurdano de Horcajo será más tarde, porque amenaza lluvia. Mientras nos ponemos un disfraz y esperamos a ver pasar por las calles al macho lanú, podemos, al calorcito de una sala de cine, viajar a Japón con El bosque del luto , de Naomi Kawase y un anciano que perdió a su mujer y una joven que ha enterrado a su hijo. O a Argentina, con El clan , de Pablo Trapero , incomprensible y desasosegante. O a Irán, con el último Oso de Oro de Jafar Panahi .

Al final, es lo que sabemos hacer: narrar. Nos pasamos la vida contando: delante de un café o de una comida, los más. Otros, con pintura, música, libros, películas, teatro. Historias que ocurrieron hace mucho tiempo, como la del crack del 29, pero que nos sirven para saber cómo se afronta una crisis económica casi un siglo después. Pocas veces, en el cine, en teatro, en los libros, se habla de la fuerza de trabajo. Aquí lo ha hecho Carmen Galarza , con Z Teatro y Workers 1929 que es también un homenaje al cine mudo con jazz en directo y acrobacia, aéreos, malabares y hasta claqué, cubos, poleas, ladrillos y palas. Así se construyen los símbolos: ya lo pintó Thomas Hart Benton.

Workers 1929. Gran Teatro (Cáceres). Viernes, 5 de febrero. 20.30 horas.

El bosque del luto. Filmoteca (Cáceres). Viernes, 5 de febrero. 20:30 horas

Gsús Bonilla. Psicopompo (Cáceres). Sábado, 6 de febrero. 13.30 horas.

Malevaje. Gran Teatro (Cáceres). Sábado, 6 de febrero. 20.30 horas.

Truman. Cinesa El Foro (Mérida). Lunes, 8 de febrero, 19.30 horas y 21.30 horas.

El clan. Filmoteca (Cáceres). Martes, 9 de febrero. 20.30 horas.

Taxi Teherán. Filmoteca (Cáceres). Jueves, 11 de febrero. 20:30 h.

Taxi Teherán. Sala Verdugo (Plasencia). Jueves, 11 de febrero. 20.30 horas.