Sabemos, por provechosa experiencia histórica, que en una sociedad donde la educación no figure entre las prioridades políticas, el individuo termina por no tener capacidad de pensamiento y conocimiento propios y, lo que es peor, por poder decidir sobre sí mismo y sobre los sistemas educativos de sus generaciones venideras.

Sabemos, por triste experiencia histórica, que los cambios educativos a expensas de los cambios legislativos no han logrado dar nunca soluciones adecuadas a los problemas reales de la enseñanza española, ni tan siquiera evitar mayores inopias culturales en las tres últimas décadas de nuestro país. Y todo apunta a que en los próximos años tal fracaso continuará, a menos que desde sectores culturales, creativos y librepensadores de la sociedad lo remediemos.

LODE en 1985, LOGSE en 1990, LOCE en 2002, LOE en 2006, y ahora, con el señor Wert a los mandos de una nave de loco, LOMCE en 2013. Una sopa de letras fría y pastosa; una suerte de acrónimos más confusos que resolutivos, como la gran mayoría de las leyes revisadas, promulgadas y aceptadas por el último gobierno que gestiona nuestro potencial presente y, lo que es peor, nuestro potencial de futuro.

LOMCE (Ley orgánica para la mejora de la calidad educativa). Aprobada el pasado 17 de mayo por el Consejo de Ministros y redactada, tras cuatro versiones provisionales, de forma definitiva en junio. Ley que significa cambio, a efectos prácticos: una visible reducción de las competencias educativas autonómicas, un fehaciente estrechamiento en la libre elección de las llamadas "asignaturas troncales", una puesta en peligro de la calidad de la enseñanza en lenguas cooficiales, que pasarían a ser asignaturas "opcionales de especialización", y una merma significativa de las materias de corte humanístico, artístico y cultural.

Un plan que se encuentra ya en sus últimos trámites parlamentarios y contra el que, por coherencia histórica, debemos luchar, antes de que sea demasiado tarde, desde todos los sectores sociales, partidos políticos y consejerías de Extremadura. Región que tanto ha bregado por hacer valer su identidad, su cultura y su gestión autonómica independiente a nivel gubernamental desde el pasado siglo XX.

HACE unos días, por medio de la mujer de un amigo, profesora de filosofía, llegaba a mi conocimiento la penúltima enajenación del nuevo sistema educativo: la práctica desaparición de la Filosofía y las cuatro materias que engloba su área en los nuevos planes de estudio de ESO y Bachillerato. Dicho de otro modo más concreto: eliminando La historia del Pensamiento en 2º de Bachillerato y la Etica en 4º de ESO como asignaturas obligatorias, y dando, en su menoscabo, mayor prioridad de oferta a la religión. Cambios inconcebibles en la actualidad.

¿Qué pretenden nuestros legisladores al desfavorecer taxativamente las asignaturas vinculadas al pensamiento crítico?, ¿Qué necesidad tenemos, en nuestra sociedad vigente, de priorizar en asignaturas como la Religión, cuyo fin último es la educación del individuo hacia prescripciones totalitarias y conductas no empíricas sino de fe?, ¿En qué favorece esta reforma a una sociedad que necesita de una nueva generación de hombres y mujeres libres para pensar y decidir por sí mismos la vida que quieren vivir y el mundo que quieren construir, no amparados en erróneas fórmulas por las que ya hemos pasado sin éxito las generaciones predecesoras, subyugados a asignaturas que terminan significando meros datos que aprender y no enseñanzas que razonar?

ME INFORMA Esther , la mujer de mi amigo, que ante tal situación, ya en septiembre del año pasado, adelantándose a la reforma que se avecinaba, se creó PDFEX, la Plataforma de Defensa de la Filosofía en Extremadura, vinculada a su vez a la AFEX (Asociación de filósofos extremeños) y a la REF (Red española de filosofía). Así, profesores y alumnos vinculados a la Filosofía en todas sus ramas y materias, luchan por una educación de calidad, en la que se enseñe a pensar de forma autónoma y crítica a los estudiantes, favoreciendo la reflexión, la resolución de problemas existenciales y la capacidad de elección ante lo que el mundo, y no sólo los libros y las aulas, les deparará.

Como alumno, yo aprendí a amar la filosofía gracias a Jostein Gaarder y su maravillosa obra El mundo de Sofía . Ya la propia etimología de la palabra proviene de la unión de Philos y de Sophia: amor por la sabiduría. Luego llegaron los padres pensadores griegos, y Tomás de Aquino , y Erasmo , y Descartes , y Kant , y Hegel , y Hume , y Nietzche , y Sartre , y dos mujeres cruciales en mi forma de ver el mundo: Hannah Arendt y María Zambrano . Muchos días no supe diferenciar la filosofía de la poesía, de la música, del asombro, del amor hacia la esencia de las cosas, de la verdad de la propia existencia. Por eso me duele tanto este desprecio a todo lo que esta ciencia representa como luz de la reflexión existencial y como asignatura fundamental en los años primordiales de nuestra juventud, aquellos de los que más influencias toma la formación de nuestro carácter y nuestro pensamiento como hombres y mujeres.

Comparto, para quien quiera saber más sobre PDFEX, el blog donde recogen y anuncian su actividad: http://filosofiacavernicolas.blogspot.com . Es cosa de todos darle difusión a iniciativas como esta, que velan por el presente y el futuro de nuestros hijos, que equivalen a nuestra capacidad de progresar humana y culturalmente. Necesitamos de iniciativas así. Necesitamos de maestros y profesores así.

El filósofo, el poeta, el músico, el científico, el cómico, el ilusionista, el pintor, el escultor, el actor... Todos hemos venido a este mundo a hacerlo más habitable, a criticarlo positivamente y a denunciar las deslealtades e injusticias cometidas contra la inmensa mayoría de las personas, aquellos que nada poseemos, sino la humildad de nuestras vidas, la decencia de nuestros sueños y la virtud de nuestra identidad como seres humanos.