Cierra los ojos y busca en la espesura de su interior la palabra exacta. No hay pirotecnia en Rafael Moneo. Solo sobriedad. Sentido de la medida. Ese espíritu disciplinado explica también el sello del autor de L'IIlla (el rascacielos tumbado en la Diagonal) y del Auditori, de la ampliación del Museo del Prado y de la exquisita restauración del novísimo Hotel Mercer de Barcelona. En Extremadura, es el padre del Museo de Arte Romano de Mérida, que fue elegido el mejor edificio de su década, y de la casa de cultura de Don Benito.

--La crisis ha acabado con el "ponga un Foster" o "un Nouvel" o "un Chipperfield en su municipio".

--La arquitectura recuperará una racionalidad que siempre estuvo próxima a la profesión. En una situación como la actual, la administración juiciosa de los recursos estará en el fundamento de las construcciones. Los edificios que vienen verán desaparecer los excesos a los que hemos asistido en los últimos 20 años.

--Excesivas fueron las facturas presentadas por algunas vedetes de la arquitectura.

--No hay que culpar a los arquitectos de los excesos. Contribuyen a materializar los deseos colectivos que están tanto en los proyectos exagerados de los políticos como en la satisfacción de la vanidad de los poderosos.

--En estos años usted no levantó tanta pirámide.

--El arquitecto debe encontrarse cómodo con sus clientes. Al final, una obra es una operación conjunta en la que el arquitecto coincide con su responsable último. En mi opinión, se trata de que el arquitecto pueda mantener esa racionalidad que permita no entender la obra como un exceso innecesario. En ese caso, puede mirar su trabajo con tranquilidad. De lo contrario, puede haber contribuido al despilfarro.

¿Habría usted aceptado un encargo como la Ciudad de las Artes de Valencia, que costó 1.103 millones de euros y añadió 94 millones a la cuenta de Santiago Calatrava?

--El arquitecto puede adivinar cuándo entra en un terreno peligroso, en el que la exageración monumental puede estar haciéndole perder pie.

--¿Alguna vez confrontaron esas perspectivas, usted y Calatrava?

--No. Conocí a Calatrava como un arquitecto prometedor en Suiza y sus comienzos fueron muy atractivos. Ha hecho obras en que la estructura se manifestaba de manera tan directa que ha subyugado a muchos. En los últimos tiempos, su obra ha pecado de exageración. No tener el sentido de la medida que le permite a uno sentirse omnipotente ante cualquier programa es, digamos, el origen de la fragilidad de algunos de sus proyectos. Aunque insisto en que es una persona de singular talento.

--Esta semana se ha sabido que se lleva su cartera de inversiones a Suiza.

--No es el momento más adecuado para hacer leña del árbol caído.

--La autocrítica del gremio podría resultar saludable.

--Es verdad que los arquitectos no hemos sido capaces de mantener ese nivel crítico que nos permitiera entender nuestras limitaciones. Unas limitaciones que, en primer lugar, están establecidas por la ciudad. Hacer una arquitectura respetuosa con la ciudad es crucial.

--Pues ya ve...

--Si uno se encuentra tentado por otras instancias y no es capaz de establecer esa mesura que no destruya o dé un trato desconsiderado a un sector de la ciudad, entonces, entra en un terreno pantanoso en el que coinciden las fantasías y ambiciones no siempre bien previstas de los políticos.

--Emplea un plural que no le atañe.

--En los encargos públicos, me ha gustado hacer que los trabajos estuvieran al servicio de la sociedad. Lo tuve muy presente en el Kursaal de San Sebastián y en el Auditori de Barcelona. Siempre procuré tener los pies en la realidad y hacer que los proyectos no pecasen de exceso.

--¿Qué le obsesiona ahora?

--Dar una respuesta que no traicione mi modo de entender el mundo. Lo mejor que podemos hacer los que estamos en una situación adelantada de nuestra carrera es dar testimonio de nuestras más profundas convicciones. Solo así podemos ser útiles a los demás.

--La catedral de Los Angeles, una parroquia en San Sebastián... ¿En busca de lo sagrado?

--Para hacer la de San Sebastián no debo revestirme de una condición distinta que cuando me piden un laboratorio para una universidad americana.

--Los ojos del arquitecto miran distinto...

--La arquitectura recoge los problemas de la cultura y, al mismo tiempo, está obligada a tener el pie en tierra y a reconocer cuándo el trabajo no se produce con la libertad con la que escribe un poeta o un pintor se manifiesta en el lienzo.

--Con creadores de espacios para habitar. Y hoy hablamos de desahucios.

--Me causan un inmenso dolor. Ahora la responsabilidad de la vivienda parece que escape de las manos de los individuos y les lleve a tener que buscar respuestas en otra galaxia... A mí me gustaría que la gente se sintiera próxima a su vivienda en una condición distinta de lo que es el sentido de estricta propiedad, pero la sociedad está estructurada de modo que hace difícil creer que la relación entre donde uno vive y lo que uno es da lugar a unos lazos tan íntimos. Eso ha hecho que el desgarro sea tan doloroso.

--Dice que en los próximos años la arquitectura dará "respuestas inesperadas".

--Creo que lo más próximo al futuro es algo que hemos tenido muy próximo, que está al alcance de nuestras manos.

--¿En qué sentido?

--Muchas utopías arquitectónicas han resultado ser de una ingenuidad candorosa. Es posible que lo que venga sea aún más exagerado de lo que estamos pensando. Creo que el futuro evolucionará de una manera más violenta pero también más conectada con lo que son las cosas.

--No alcanzo a comprender.

--En los años 30, Le Corbusier pensó que la conquista del aire se resolvería con el vuelo vertical y que las ciudades contarían con tantas plataformas de aterrizaje como edificios. Al final, la conquista del aire se ha dado de una manera distinta y los edificios han incorporando avances que podríamos tachar de inesperados.

--¿Cómo se concretará eso?

--A cortísimo plazo, creo que la arquitectura tendrá que ser más intensa en programas ligados a remodelaciones y a interiores. Aunque sería estupenda una arquitectura que hiciera de la vivienda la sustancia de la ciudad, que en lugar de confiar tanto en los edificios singulares pudiéramos dar valor a una arquitectura más atenta a la condición coral de la ciudad.

--Sus alumnos coinciden en que les enseñó la arquitectura con mayúsculas. ¿Qué es arquitectura con mayúsculas?

--Es lo que uno siente cuando entra en el Panteón de Roma, o en Santa Maria del Mar, o en la cocina de una pequeña casa de campo. Uno entiende que en aquellos espacios está la ambición de una sociedad, de un determinado momento histórico, o la satisfacción de las necesidades primeras. Es la experiencia de los espacios la que da sentido a la arquitectura.