TPtese a que nació hace 54 años en Camelle, un pueblo de La Coruña, apenas un año después viajó a Extremadura con su familia, donde habría de pasar infancia y juventud en Villanueva de la Serena. Actualmente, reside en Villafranca de los Barros y es profesor de Lengua y Literatura en el IES Arroyo Harnina de Almendralejo. Entre sus obras destacan La puerta del palacio , con la que obtuvo el Premio de la Asociación de la Prensa de Badajoz en 1996, El equilibrista, Estaciones del sur, El río del lobo y Novena de San Matías . Y sobre todo las novelas destinadas al público juvenil: El alma del bosque , ganadora de la X Edición del Premio de Literatura Infantil y Juvenil Leer es vivir de la Editorial Everest, y La manzana de Marco Polo , galardonada con el IV Premio Villa de Pozuelo de Alarcón de Novela Juvenil, El naufragio , publicada por la editorial Algar. Su próxima publicación será El poeta y la muerte , novela con la que ha conseguido el premio de narrativa infantil y juvenil de la Diputación de Córdoba en su última edición.

--¿Quién es Manuel López Gallego?

--Soy un profesor de instituto que intenta compaginar su profesión con su afición de toda la vida, que es la literatura. Me hice profesor porque me gustaba la literatura, no al revés.

--¿En qué ha cambiado el escritor de La puerta del palacio hasta nuestros días?

--En mucho y en nada. La puerta del palacio apareció en 1996 y era lo primero que yo publicaba. Por entonces tenía muchas dudas sobre la construcción de un relato y poca confianza en poder llevarlo a término. Esas dudas han desaparecido en gran medida. Pero a veces me da la impresión de que sigo estando en el mismo punto de partida y tengo que empezar de cero.

--¿Se ha ninguneado a la llamada literatura juvenil en nuestro país?

--Se la ha considerado un género menor y los principales culpables han sido los propios autores y los editores. Cuando nació la literatura juvenil, considerada como tal, por los años 70 y 80, aparecieron muchas obras escritas con mucha precipitación y muy poco rigor literario en cuanto a la construcción y a la expresión. Se buscaba el entretenimiento del adolescente y un gran número de ventas. Entre la multitud de títulos publicados era difícil encontrar muchos de calidad. Al final, como siempre, han ido quedando los grandes autores y los otros se olvidarán.

--¿Leías literatura juvenil en tu adolescencia?

--Entendida como se entiende hoy, no porque no existía. Leía los libros de aventuras del XVIII o del XIX que se han convertido en clásicos, imagino que como todos los lectores de mi generación: Robinson Crusoe, Tarzán, Julio Verne, etc. Libros que no fueron escritos pensando en un público adolescente, pero que los lectores de esas edad los ha hecho suyos. La literatura juvenil la he conocido ya como profesor buscando lecturas para mis alumnos.

--¿Alguna vez has sentido la tentación de imitar a Tolkien y escribir un libro para tus alumnos?

--Quizá habría hecho bien intentando imitar a Tolkien porque durante muchos años la literatura fantástica ha sido el género más de moda entre los jóvenes (no sé si aún durará mucho). Pero a mí nunca me han atraído ese tipo de obras, quizá porque su éxito me ha cogido ya mayor. Es muy difícil escribir sobre un género que no es de tu devoción, al menos para mí. Es verdad que pienso en mis alumnos cuando escribo literatura juvenil. No en mis alumnos concretamente, sino en muchachos como ellos. Intento contar una historia de forma especial, a su nivel, como lo hace un padre a sus hijos. Algo así ocurre en este caso.

--¿Fomentar la lectura de los jóvenes es un paso decisivo hacia una sociedad más culta?

--Desde luego que sí. Fomentar la lectura, el arte, la música-Pero habría que ver qué entendemos por fomento de la lectura. No creo que tengan mucha relación con ella muchas de esas sesiones de animación con las que se entretiene a los niños. El verdadero fomento de la lectura se hace en la familia o en las clases, con padres y profesores que prediquen con el ejemplo.

--¿El alma del bosque es el reflejo de un segmento juvenil marginal que nuestra sociedad esconde?

--El alma del bosque era un ejemplo extremo de un muchacho que equivoca su camino y al que se le da la posibilidad de rectificar. La idea me la dio un alumno que, como tantos otros, había abandonado los estudios por completo. Lo extraño en él es que por voluntad propia regresó a las clases, terminó el bachillerato y estudió una carrera. Existen también ejemplos de delincuentes juveniles que han conseguido rehacer su vida. La decisión debe partir de uno mismo, si no estará condenada al fracaso.

--¿Qué aporta La manzana de Marco Polo y El naufragio a tu trayectoria literaria?

--Son dos libros también dirigidos a lectores jóvenes. En los dos aparecen de fondo relaciones paterno-filiales de muy diferente signo y en las dos intenté mostrar un proceso de maduración en el protagonista. Para hacer las historias atractivas los personajes pasan por una serie de aventuras, si no el libro puede parecer un sermón. En el género de aventuras el lector disfruta al identificarse con el protagonista, pero el autor disfruta aún más.

--¿La literatura infantil y juvenil debe ser moralizante?

--No. Esa era la idea que se tenía a principios del siglo XX. Las obras infantiles y juveniles deben contar una historia atractiva. El lector extraerá una enseñanza si le parece bien, pero el autor no debe mostrarla explícitamente.

--¿Los jóvenes estudiantes extremeños de ahora son mejores o peores de los de tu época estudiantil?

--La gran diferencia es que en mi época iban al instituto solo los jóvenes que tenían interés por los estudios, de los cuales la mayoría pasarían a la universidad. El resto estaba trabajando desde muy jóvenes. En la actualidad el porcentaje de alumnos escolarizados ha crecido hasta llegar casi a la totalidad de la población, lo que habla mucho en favor de la sociedad en la que vivimos. Así, es fácil encontrar muchos más alumnos que no tienen interés por los estudios. El trabajo de los profesores consiste en convencer a todos de que su educación es imprescindible.

--¿Se ha pasado de la disciplina autoritaria a demasiada relajación en la docencia extremeña?

--Se ha pasado del autoritarismo a la relajación en todos los sectores de la sociedad. La docencia es solo uno de ellos y es su reflejo. Se ha perdido la autoridad sobre todo en el interior de la familia. Muchos padres no han querido (o no han sabido) buscar nuevas formas de educación que sustituyan al autoritarismo que ellos conocieron de pequeños, que lo hacía todo más fácil. En aquel escenario del ordeno y mando era muy fácil la relación padre-hijo, marido-mujer, policía-ciudadano o maestro-alumno. Aquello, por suerte, se terminó. Hay que buscar otros caminos.

--¿Los 'ninis' son una realidad inquietante?

--Son una realidad inquietante sobre todo para ellos y para sus familias. Son esos chicos que no estudian porque no han encontrado atractiva la vida académica y no trabajan porque en estos tiempos no es fácil encontrar un puesto de trabajo. En el fondo de ese problema me temo que existe cierta incomunicación entre padres e hijos.

--Un recuerdo de la infancia.

--Si me remonto a mi infancia, el recuerdo que tengo más claro es la muerte de mi padre. Es un acontecimiento tan importante que puede condicionar toda una vida. Será por eso que en mis libros es fácil ver personajes que sienten la falta de un padre (y eso que mi madre ha sabido hacer muy bien los dos papeles).

--Una reflexión ante la vida.

--No aplazar las cosas para un futuro; llevarlas a cabo cuanto antes.

--Una anécdota divertida.

--Una anécdota que no fue divertida para mí: un alumno se presentó con un libro mío a principios de curso y me pidió que se lo dedicase. Accedí y le escribí unas palabras en las que le expresaba mi confianza en el éxito del curso. Al final suspendió la asignatura y presentó una reclamación. La prueba que utilizó fue una fotocopia de la dedicatoria.

--¿Cómo te gustaría que te recordaran?

--Habiendo molestado lo menos posible.