Ricos y famosos, empresarios venidos a menos, ganaderos, abogados de prestigio, marchantes de arte y excamareros. El caso Malaya, la mayor operación contra la corrupción municipal en la Costa del Sol, no distingue oficios y ya son 101 personas las citadas a declarar ante el instructor Miguel Angel Torres en los juzgados de Marbella, convertidos por sus méritos en los más conocidos del país.

Aunque la operación sigue abierta, el centenar de detenidos desde el 29 de marzo del 2006 se puede agrupar en bloques según su función y origen. Los tres personajes principales, el exasesor de Urbanismo Juan Antonio Roca, el exalcalde Julián Muñoz y el exteniente de alcalde Pedro Román, presentan rasgos comunes en sus biografías. Fueron empresarios frustrados, arruinados en negocios anteriores, que acudieron a Marbella atraídos por la promesa del dinero rápido al amparo del GIL.

Los tres demostraron una gran ambición, cegados por una Marbella que perdía el estilo que la había convertido en refugio de la jet-set . Intentaron repetir los patrones que atrajeron a estrellas de Hollywood, pero solo lograron famosos de segunda fila. También siguieron un patrón similar para lavar el dinero obtenido a través de paraísos fiscales mediante sociedades ficticias.

Denunciante denunciada

Un segundo bloque lo conformarían los concejales marbellís, acusados de cohecho y significados por su escasa formación y su nula experiencia política. Apenas se salva Isabel García Marcos, que hasta su detención presumía de ser la lacra en la oposición de los desmanes de Jesús Gil y cuyas denuncias todavía sientan en el banquillo a las anteriores corporaciones. Al igual que otros funcionarios municipales, como el secretario, el jefe de la Policía Local y algunos agentes, fueron imprescindibles para que, previo pago, permitieran el desarrollo de los planes de Roca o le informasen de pesquisas policiales.

Ellos cobraban y otros pagaban: una treintena de promotores procedentes de Andalucía, Murcia y Madrid. Se dedican en su mayoría a la construcción, pero entre ellos también hay apoderados taurinos (Fidel San Román) y presidentes de clubs de fútbol (José María González de Caldas y Manuel Lores).

La última pata de la trama la forman los blanqueadores y testaferros. Este grupo lo forman grandes despachos de abogados, galeristas, joyeros y empresarios cercanos a Roca.