Turno para los inquilinos de Virgen del Coro, número 11, qué casualidad, el local de Madrid convertido en piso de cobijo y alojamiento de inmigrantes árabes, según los imputados, y en zulo de adiestramiento islamista radical, según la fiscalía. Tres habitaciones, de 12 metros cuadrados la más grande, cada una con su cerradura, papel de periódico en las ventanas del bajo "en busca de intimidad", en un barrio, el de la Concepción, donde abundan las mujeres de mala vida y los prostíbulos de mala muerte.

Allí confluyeron casi todos. El arrendatario, Muhanad Almallah Dabas, sirio procesado por pertenencia a banda terrorista, que ayer declaró hecho un pincel: traje marrón, corbata y camisa amarillas y actitud de honesto reparador de electrodomésticos. Los inquilinos marroquís Fuad el Morabit, hijo de un notario de Nador, cinco idiomas, estudiante de Ingeniería Aeronaútica y Electrónica, presunto miembro de célula terrorista, y Basel Galyum, supuesto autor de la matanza. Allí se refugió, la noche del 11-M, Rifad Anuar, suicidado en Leganés, que había vivido en aquel piso, aún conservaba la llave y solía pasarse a dormir cuando le apetecía. Y allí, según la acusación, realizaron labores de proselitismo el Mohamed el Egipcio y Sherhane el Tunecino

Un hombre pacífico

Nadie aclara nada y, sin embargo, todo empieza a aclararse. Mientras Ghalyum se definió el lunes como un "analafabeto informático", ayer Almallah le puso contra las cuerdas. "Era muy egoísta con su ordenador", dijo mientras Ghalyum, en la pecera blindada, se llevaba las manos a la cara. Lo mismo hizo cuando el Morabit, en un dudoso intento de ayudar a su amigo, declaró: "Si él es culpable, yo también". Fue el único desliz del preparadísimo el Morabit, quien se dibujó a sí mismo como "un hombre pacífico, quizás demasiado".

Con un castellano culto y fluido, el hijo del notario definió a el Egipcio como un hombre "sencillo, algo torpe, que no coordina, que no se toma tiempo para reflexionar y se precipita". A su entender, las manifestaciones del Egipcio "no cuadran con la realidad y pertenecen al más allá, porque fantasea y se pavonea de cosas que no ha hecho". El próximo lunes la sala oirá los presuntos pavoneos de el Egipcio , ese "pobre hombre" que el Morabit dice haber encontrado "en la calle durmiendo" y al que ayudó facilitándole comida y ropa "como buen musulmán". Ese pobre hombre que dice frases tan célebres como: "Hay que entrar en Al Qaeda, es la solución. La primera obligación es la yihad. La operación entera de los ataques de Madrid fue idea mía, los trenes..."

Malas compañías

Con Serhane el Tunecino , los declarantes de ayer fueron menos condescendientes, tal vez por el hecho de que esté muerto, aunque seguramente ni Alá no lo tenga en su gloria ni disfrute de las 70 vírgenes del paraíso. "Intentaba reclutar a gente" --explicó Almallah--. A mí me dijo que si quería irme a Irak, y yo le contesté: ´Véte tú, que a mí no me interesa´. Desde entonces, decidí apartarme de él salvo contactos necesarios". O sea, repararle el frigo y esas cosas. "Serham era radical, pero no violento. No tenía contactos, ni formación, ni nivel necesarios para montar un atentado", declaró el Morabit.

La mañana de los atentados en la calle Virgen del Coro se vivió "como un día normal". El radical Rifat Anuar había llegado al piso la noche anterior, había dormido y se había largado, pero a nadie le pareció raro. Ghalyun y El Morabit se levantaron a rezar, poco antes de que los trenes saltaran por los aires. Muy cucos, ambos se describieron como unas víctimas más de las mentiras de Angel Acebes.

¿Terroristas? ¿Inmigrantes? Quizá para ellos sea la misma cosa, a tenor de lo expresado por el Egipcio en sus conversaciones telefónicas: "Somos los muhayirin de Alá (Inmigrantes de Dios) Estamos para el yihad. Nosotros creemos en Dios y en su mensajero Mahoma. Nos prometió todo, incluso el casarnos con las cristianas, ya que tener papeles es algo necesario, los papeles legales. Entre nuestros deberes se encuentra el estar en todas partes, en Alemania, Holanda, Gran Bretaña...".