Sola, muy sola, estuvo ayer Pilar Manjón en el coloquio sobre los atentados del 11-M que se celebró en el tercer Congreso Internacional sobre el Terrorismo, en Valencia. Al llegar, según relató, alguien le lanzó un reproche, aludiendo a una presunta voluntad de protagonismo: "¡Hay otras víctimas!". Ya en el coloquio, la presidenta de la Asociación 11-M Afectados de Terrorismo replicó: "Me gustaría ser la última". En la charla no fue imprecada. Pero se quedó sola. Minutos antes había detectado "problemas de pluralidad" en el congreso y se confesó "descolocada".

Además de ella, intervinieron cuatro personas, que acordaron acabar sus turnos con preguntas lanzadas al Gobierno, al que acusaron de no querer investigar lo que sucedió en Madrid, en una línea idéntica a la del PP y a la de los interrogantes planteados en los últimos meses por varios medios de comunicación afines al primer partido de la oposición. Planeó la insinuación de que alguien se benefició de los atentados. De que alguien sabía que iban a ocurrir.

Hallazgos periodísticos

Empezó María Angeles Domínguez, presidenta de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M. "¿Es que nuestro Gobierno no quiere saber la verdad? ¿Es que a mi presidente no le asombran, como a mí, los descubrimientos periodísticos? ¿Es que debe preocuparse el presidente por lo que pueda descubrirse si se reabre la comisión del Congreso?". Domínguez advirtió de que su posición no es minoritaria: "Ni malestar leve, ni voces aisladas. Queremos saber. Exijo una investigación seria". Acabó su intervención con la siguiente pregunta: "¿Por qué a los presuntos suicidas de Leganés no se les practicó la autopsia?".

El 11 de marzo del 2004 era para Laura Jiménez un día "especialmente feliz". Acababa de saber que estaba embarazada y que la ascendían en el trabajo. Despertó varios días después de haber tomado uno de los trenes atacados por los terroristas. Perdió el hijo que esperaba y va en silla de ruedas. Su "tremenda decepción" es que las preguntas "sigan sin respuesta". Concluyó preguntando al Gobierno de Zapatero por qué las fuerzas de seguridad no entraron antes en la casa de Morata de Tajuña (Madrid) en la que se prepararon los explosivos del 11-M.

Habló Manjón, que parecía venir de otro planeta, aunque fue aplaudida por el auditorio. Recordó a las víctimas, muchas por su nombre. Habló de los sueños perdidos y de quienes los hacen revivir, y sólo se refirió a la política para lanzar un mensaje opuesto al de sus compañeros de mesa: "Vale ya de manipular nuestro dolor. Ya vale de preguntar de quién son los muertos. Sólo son muertos. Nunca moneda de cambio". También cargó contra los "prestidigitadores del populismo".

"Adiós, hijo. Feliz día"

Gabriel Moris es, como Laura Jiménez, miembro de la asociación que preside María Angeles Domínguez. El 11 de marzo, este jubilado despidió desde la cama a su hijo con la frase de siempre: "Adiós hijo. Feliz jornada". Su hijo murió en los atentados y hoy, explicó Moris, sus sobrinas preguntan a su madre: "Mamá, ¿cuándo te matan a ti?". Moris era todo preguntas: "¿Quién pudo evitar la masacre? ¿Por qué se cerró la comisión? ¿Quién se está beneficiando de esto?". Una parecía destinada al PSOE: "¿Nadie es capaz de alzar la voz frente a la férrea disciplina de partido?". Su última pregunta, la pactada, interrogaba sobre por qué el CNI decía el 11-M que ETA era responsable de los atentados.

Cerró la sesión Angeles Pedraza, que perdió a su hija Miriam el 11-M. Ella --que acabó preguntando por qué no había restos de ADN de los terroristas en una mochila-- abordó el tema que ha centrado el congreso, una hipotética negociación con ETA. Y fue clara: "Nadie negoció conmigo si quería que mi hija cogiera ese tren. No negociaré con terroristas".