El abandono de Juan José Ibarretxe de la política activa, pese a ser una posibilidad barajada por sus propios compañeros, supuso una auténtica conmoción en el PNV. Su arrolladora personalidad y sus pulsos en favor del reconocimiento del derecho a decidir han caracterizado decisivamente la estrategia del partido en los últimos años. Su abandono entraña varias claves, pero una de las más importantes es la reorientación del PNV que puede acometer ahora su presidente, Iñigo Urkullu, libre ya de la sombra de un líder tan carismático al frente del país.

El adiós de Ibarretxe llegó en su último turno de intervención, después de pronunciar un duro discurso contra el PSE. De pronto, su tono cambió, y comenzó una frase que dejaba traslucir fuertes emociones: "Voy a empezar una nueva etapa".

Ibarretxe fue dueño del tiempo y de las formas en su despedida, para realizarla exactamente como él prefirió. Con estas palabras se despidió el hasta ahora lendakari en euskera: "En este Parlamento comencé a hacer política, y aquí también terminaré. Adiós". Al regresar al escaño, recibió los aplausos de su partido, de EA, EB y Aralar, pero no de los representantes del PSE ni del Partido Popular.

La nueva situación a la que se enfrenta el PNV apenas guarda similitudes en la historia reciente del partido. El último dirigente con un grado de carisma y liderazgo similar fue Xabier Arzalluz, quien abandonó por razones de edad. Le sucedió Josu Jon Imaz, y no su preferido, Joseba Egibar. Aquel pulso interno, aún no superado, tiene también sus derivadas ahora. El control del grupo parlamentario quedará en manos de Egibar, pero será preciso ir preparando a un nuevo candidato a la presidencia.

PULSO EN EL PARTIDO El actual presidente del PNV es Iñigo Urkullu, que en repetidas ocasiones ha visto cómo las tesis de Ibarretxe se imponían sobre el criterio de la Ejecutiva. Las apuestas en favor del reconocimiento del derecho a decidir fueron iniciativas puestas en marcha sin el contraste de la dirección del partido. La campaña electoral había soterrado la pugna, pero tras aplazar unos meses ese eterno debate entre soberanistas y pragmáticos, la pérdida de una figura aglutinadora como Ibarretxe obliga a retomarla con urgencia.

Una de las claves la dio ayer mismo Egibar, quien emplazó a quienes "lloran" a Ibarretxe a convertir "su enfado en energía" para demostrar la fuerza del partido dentro de dos años, en los comicios municipales y forales.

El reto más inmediato del partido es ilusionar a las 400.000 personas que han votado al PNV en las elecciones autonómicas, mostrándose como un partido más unido y con un liderazgo claro pese a su paso a la oposición en la Cámara vasca.